domingo, 19 de agosto de 2012

La verdad detrás de Para Norman

La televisión destruye sistemáticamente la diferencia entre lo normal y lo anormal, porque en sus parámetros lo normal carece en sí de interés suficiente y siempre habrá entonces que enfrentarlo a una alternativa. Su criterio no es la difusión de los valores y los principios sino el provocar el mayor impacto.


Robert Spaemann





Recientemente llevé a mi hija de 9 años al cine a ver la película de dibujos animados ParaNorman. Ella la disfrutó y se rió mucho, aunque hubo momentos en que se acurrucó entre mis brazos con algo de temor. Es decir, la película cumplió su objetevo de divertir y espantar a los chicos de la sala de proyecciones, eso creo.


Incluso la historia y los "gags" me hicieron reír a ratos. Para quienes no la han visto y no piensan verla en el corto plazo, la historia trata sobre un chico, Norman Babcock, quien es capaz de ver fantasmas y hasta comunicarse con ellos. El título hace referencia al nombre del protagonista y lo relaciona con la palabra "Paranormal", que significa o se refiere a las experiencias más allá de lo normal o de las explicaciones científicas, como eso de ver y hablar con fantasmas. En el desarrollo de la trama, Norman se ve envuelto en una serie de eventos que pueden afectar a toda la gente de Blithe Hollow, su pueblo natal. Se trata de la ancestral maldición de una bruja. Durante el ensayo de una obra de teatro que conmemora la ejecución de las brujas de la ciudad hace 300 años, Norman tiene una visión terrible del pasado de la ciudad y se ve a sí mismo perseguido como una bruja por habitantes de su pueblo.



Bien, pues toda la parafernalia que rodea a esta cinta es cuando mucho divertida, pero poco que pueda apegarse a la realidad. Y como se ha dicho en repetidas ocasiones en este espacio, de existir otra realidad paralela a la que vivimos (como para que pudiesen existir fantasmas, espíritus chocarreros, poltergeists y otros seres fantásticos y además que alguien pueda comunicarse con ellos), tendría que obedecer a las leyes del universo que alberga esa realidad. Como aún no se puede probar la existencia de esta "realidad paralela", porque de acuerdo con sus proponentes violaría todas las leyes conocidas de este universo, lo más seguro es que lo así llamado paranormal sólo esté en el terreno de la fantasía.



Pero no todo en ParaNorman es Paranormal. Lo que con mucha tristeza es cierto (al menos como un relato basado en hechos reales), es que en una época de la humanidad era posible asesinar a ciertas personas si se les consideraba practicantes de brujería, hechicería, magia, o cualquier cosa que atentara contra las creencias religiosas cirstianas de la época. Uno se entera durante la trama que Agatha, la malvada bruja que trata de vengarse de sus acusadores mediante terrorífica maldición, resulta ser una pequeña niña, quien 300 años antes murió en forma trágica por la ignorancia, la intolerancia y el miedo de los pobladores de ese lugar.



Y eso, mis estimados lectores, el hecho de que la humanidad haya sido capaz de asesinar incluso a menores de edad por haber sido declarados culpables de brujería, eso es verdaderamente terrorífico. Las historias que nos narran la maldad de las brujas quemadas en la hoguera no son más que distorsiones maniqueas sobre hechos deleznables y vergonzantes que estuvieron soportados por la más cruel intolerancia religiosa, la más oscura ceguera científica y la más terrorífica falta de humanismo. Como escribió Carl Sagan en "El mundo y sus Demonios":



Desde luego, la brujería no era la única ofensa merecedora de tortura y quema en la hoguera. La herejía era un delito más grave todavía. Y tanto católicos como protestantes la castigaban sin piedad.



Nos menciona el inigualable Sagan que "En la última ejecución judicial de brujas en Inglaterra se colgó a una mujer y a su hija de (sólo) nueve años". Su crimen había sido provocar una tormenta por haberse quitado las medias. No puedo concebir un terror mayor que el que pudo haber sentido la chiquilla de la edad de mi hija al ser señalada, acusada y condenada por un delito que jamás pudo haber cometido. En este universo, quitarse las medias jamás podría provocar una tormenta. Las mayores injusticias de la humanidad han sido cometidas en nombre de dios y auspiciadas por la ignorancia.



Al terminar la película aproveché el momentum para hablar con mi hija sobre este tema, y aunque ella ya es consciente que lo que se proyecta en la sala es sólo ficción, me pareció oportuno mencionarle que la tragedia de Agatha pudo haber sido real. Y que sin importar que vivamos en el siglo XXI, eso puede pasar de nuevo si dejamos que la intolerancia aunada con la ignorancia se apodere de nuestras sociedades.



Después de todo, es nuestra labor como padres comunicar esas realidades a nuestros críos. Las realidades oscuras de una sociedad que gracias a la ignorancia puede volverse contra la infancia... Pero sobre todo, estamos mucho más que obligados a comunicarles la forma de exorcizar la ignorancia. Ya lee a Sagan.



1 comentario:

Excelentrik dijo...

Me ha gustado mucho este artículo y, no sé que le parece a usted Keith, pero yo soy de la opinión de que es obligatorio recordarnos y recordar a todos, que cosas como esta siguen pasando hoy. Es cierto que afortunadamente ya no pasan en el ámbito del cristianismo, pero si en otros.
Por ejemplo en el ámbito islámico no es raro perseguir a todo el que toma una postura crítica o simplemente analítica con sus escritos sagrados. Shalman Rushdie ha vivido oculto durante décadas por una novela que se estimó blasfema. Theo Van Gogh fue asesinado en Holanda por querer contar la historia de sufrimiento de una mujer perseguida por su religión (islam).
También África es un coto en el que la superstición de las viejas creencias animistas cuesta la vida a muchos. Sólo hace unos días escuché el testimonio de una cooperante española en Uganda sobre niños asesinados por indicaciones de los brujos. Todavía no me he recuperado de la impresión.
Quizás europeos y americanos pensemos que vivimos en zonas libres de este peligro supersticioso, pero yo no estaría tan seguro.

Recientes ciudadanos de Higadolandia