domingo, 16 de enero de 2011

Los escépticos ¿son personas fatuas, arrogantes y creídas?


El bruto se cubre, el rico se adorna, el fatuo se disfraza, el elegante se viste.


Honoré de Balzac



El verdadero escepticismo es como una auténtica incógnita en una ecuación diferencial parcial de segundo orden para los crédulos y creyentes. Y hago la anterior comparación porque la opinión de estas personas sobre lo que es un escéptico generalmente se basa más en prejuicios que en evidencias, y eso es lo que hace la diferencia. Uno de esos prejuicios es pensar que el escéptico es un incrédulo, dilema que ya hemos revisado en este espacio.


El incrédulo puede disfrazarse de escéptico, pero siempre le faltará el rigor de una verdadera búsqueda de evidencias o el mantenimiento de una duda razonable y acotada. Y eso quizás lo convierta en una persona fatua, de acuerdo con el dicho de nuestro amigo Honorato (fatuo, según la RAE: Falto de razón o de entendimiento. Lleno de presunción o vanidad infundada y ridícula).


El problema de los crédulos es que ante la duda de un escéptico sobre sus afirmaciones, generalmente carentes de evidencias, se sienten como ofendidos o atacados, y por lo regular resuelven aferrarse a sus bienamados prejuicios antes que razonar la duda expuesta. Cosa curiosa, eso los convierte en más fatuos que a los escépticos a quien quieren desacreditar.


El problema de los incrédulos es que no ejercen duda, sólo se oponen con base en lo que ellos consideran una postura correcta, pero también suelen basarse en prejuicios Generalmente sueltan su oposición basados en la ignorancia más que en una actitud de duda.


El caso de la semana es la afirmación de nuestro cliente frecuente, don Ángel Rodríguez, quien en recientes fechas se aventó la patinada de afirmar lo siguiente:


Los escépticos son personas fatuas, arrogantes y creídas de que poseen la Verdad Absoluta.


Esto lo afirmó en una misiva llena de bilis, como seguimiento al thread de un forista de Yahoo quien criticó a Juan Carlos Victorio sobre una entrada de corte escéptico en su blog, con relación a un avistamiento OVNI como una confusión con la observación de Venus.


Curioso, digo yo, que la descripción que don Ángel hace de los escépticos (que adivino él piensa que es la verdad absoluta) corresponde de forma más atinada a los crédulos. La arrogancia, quizás no sea una característica exclusiva de los escépticos; he conocido crédulos bastante arrogantes. Creídos, más bien los crédulos. Un escéptico no tendría que creer en nada, mucho menos en una "verdad absoluta", sino más bien basarse en evidencias. Y es que hablar de que un escéptico pretende tener la verdad absoluta es como hablar de las trenzas de un calvo.


El asunto de Venus puede verse en el blog de Juan Carlos Victorio: Misterios del aire. Y el comentario del forista criticón puede verse en el repositorio de material de apoyo de Ahuramazdah.


Yo no sé si Juan Carlos esgrimió el argumento de Venus como una explicación razonada o si se trata de simplemente oponerse al asunto del OVNI. Así parece ser el dilema del crédulo (o del incrédulo): O creo ABSOLUTAMENTE en algo, o no creo en ello. No hay medias tintas, no hay claroscuros. O es Venus o es una nave extraterrestre tripulada por malvados alienígenas. Y tampoco sé que fue lo que se vió en esa base militar (ver entrada del blog de Juan Carlos), no podría decir si fue Venus u otra cosa... Hay tantas posibles explicaciones razonadas...


Lo que es claro es el evidente prurito que siente don Ángel cuando se topa con los escépticos. Su afirmación parece basarse más en un dogma de fe que en algo que pueda sustentarse con hechos o evidencias de algún tipo. Lo absoluto de su afirmación la hace inexcrutable. Es de ese tipo de opiniones típicas de quien no tolera que se cuestione alguna de sus afirmaciones o de sus dogmas, además de ser un argumento ad hominem.


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