sábado, 19 de septiembre de 2009

¿Empieza la moda de delincuentes-mensajeros?

Aquellos que anuncian que luchan en favor de Dios son siempre los hombres menos pacíficos de la Tierra. Como creen percibir mensajes celestiales, tienen sordos los oídos para toda palabra de humanidad.

Stefan Zweig


Apenas descubro esta frase de Stephan Zweig y ya soy admirador de su forma de pensar. Y es que viene como anillo al dedo (casi) porque me encuentro hoy en las noticias que un desquiciado que lleva el nombre de Luis Felipe Hernández Castillo, mató ayer a un vigilante del Metro de la Cd. de México y a un albañil porque intentaron detenerlo en su intento de pintar mensajes religioso-político-ambientales en las paredes.

La nota puede verse aquí: http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=458416, y también en el Soporte Documental (esta última tomada desde la aplicación del diario Reforma para iTouch y enviada vía correo electrónico).

Se parece al caso del otro desquiciado de JoseMar Flores, el pastor boliviano que quería hablar con el presidente Felipe Calderón para lo cual secuestró un avión en fechas recientes.

O sea, la estúpida forma de pensar de estos locos es: Cualquier cosa que haga (especialmete si es violenta) es buena si mi mensaje es "divino" (o al menos "divinamente correcto" de acuerdo con mi sesgada forma de pensar). Pues eso que se lo digan a los familiares de los muertos caídos en la estación Balderas. A ver quien es el valiente.

El problema con este tipo de forma de pensar, en el que se justifican acciones de extrema violencia para "despertar la conciencia" sobre temas importantes, es que puede convertirse en una maldita moda, acicateada por los medios masivos de comunicación y glorificada por grupos que desean desestabilizar la incipiente paz en que vivimos. Además de que cobra vidas, como en este caso, y proporciona deleznables ejemplos para la sociedad.

Alguien podría reclamarme con cierta razón y decirme ¿vivimos en PAZ? ¿Y qué me dices de tantas ejecuciones que a diario vemos? ¿Acaso eso es paz? Y respondo por anticipado: NO, no lo es, pero tampoco se trata de una guerra generalizada. Es una guerra contra el crimen organizado y entre el crimen organizado. En este escenario de todos los días vemos ejecutados hasta en clínicas de rehabilitación, pero el móvil es, desde mi forma de ver las cosas, el dinero. Es decir, el dinero que proviene del negocio del narcotráfico. Y si bien el dinero es un bien escaso en nuestros días, aún no es una escasez que nos tenga al borde de una guerra, aunque haya gente que esté amenazando con un levantamiento social por esta causa.

El escenario alterno que me temo que pueda presentarse es el de la alteración de esa incipiente paz por motivos de religión (o de diferencia de religión), y en el peor de los casos, debida al fanatismo religioso. Hay que recordar que las peores masacres y exhibiciones de violencia en el mundo se han dado por esa causa (persecución y exterminio de judíos por parte de alemanes en la segunda guerra mundial, exterminio de etnias de religión diferente en Bosnia a finales del siglo pasado, exterminio de Aztecas e Incas hace 5 siglos y así la lista se podría alargar un buen espacio de esta entrada).

Así que la maldita conjunción del fanatismo religioso, con el absurdo y voraz impulso mediático masivo, con el descontento nacional en México por la propuesta de elevar los impuestos, parece ser que anima a desquiciados como Luis Felipe Hernández Castillo para realizar actos delictivos con el objeto de llamar la atención. Actos que pueden desencadenar la violencia generalizada.

Por este medio hago un llamado a mis compatriotas mexicanos para no seguir estos ejemplos. Evitemos que se desate una oleada de actos vandálicos-criminales cuyos resultados atenten contra la sociedad.

¡DI NO AL FANATISMO RELIGIOSO!

Imagen desde La Crónica.
Música: Psycho killer, de Talking Heads

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi estimado KC," iluminados" siempre ha habido en la historia de la humanidad, y de los que enarbolan como estandarte la violencia para coseguir la paz ( contradictorio, ¿verdad?)
son numerosos.

Basta con observar en las grandes metropolis como pululan este tipo de personas.

A lo mejor el problema no estriba en el numero de visionarios dignos prospectos de los siquiatras, sino lo preocupante que resulta la facilidad con que consiguen adeptos, gente manipulable que llegan a obedecer ciegamente a su lider.

En mi personal apreciacion, considero que la llamada new age (de la cual desconozco sus fundamentos y fines) es tomada por vividores que se sienten la encarnacion o reencarnacion de la divinidad en las formas mas inverosimiles de imaginar.

Hace varios años, un sujeto hizo su agosto en mi ciudad, se dedicaba a dar cursos de superacion personal de una semana. El trabajo sucio se lo hacian quienes ya habian tomado su curso por que se habian comprometido a llevar minimo tres personas cada uno, en aquel tiempo, en 1996, haciendo un rapido calculo de lo que se embolsaba este sujeto por semana, facilmente "se ganaba" (mejor dicho exprimia a los incautos) 35 mil pesos.

El teatrito se le vino abajo cuando una mujer con serios problemss emocionales, en una de las sesiones en que insultaba a todos los asistentes diciendoles que eran lo peor y varias estupideces mas para al final decirles que habian superado exitosamente el curso, pues bien esta mujer, supongo debil mental, se le quedo en un estado de shock que solo temblaba y lloraba y no reaccionaba, ni los tratamientos medicos la pudieron "bajar del avion", obviamente la familia de la afectada demando a este iluminado quien cobardemente huyo dejando a sus edecanes y los gays que le ayudaban a coordinar sus cursos con el paquetote, y quienes curiosamente hasta la fecha siguen idolatarndo en extremo a este sujeto que tan habilmente los utilizo, ya que los empleba voluntariamente y su pago era la satisfaccion de haberles cambiado la vida a tanta gente desporientada en la vida.

Sergio

TORK dijo...

Muy buena entrada.

Y hasta la misma Biblia lo dice:

E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios.

Jn 16,2

Recientes ciudadanos de Higadolandia