Ralph Waldo Emerson
Desde el NY Times
Por Denise Grady
Traducción: KC
Tan pronto como David J. Brenner oyó hablar del terremoto submarino y posterior tsunami que devastó el norte de Japón el 11 de marzo, verificó un mapa de las plantas de energía nuclear de la región. Una de ellas, debido a su ubicación costera y el diseño del reactor, se veía particularmente vulnerable: Fukushima Daiichi. Esperaba estar equivocado.
Menos de un día después, comenzaron a circular ominosos informes del fracaso de los sistemas de refrigeración y de fugas de radiación en la planta. El doctor Brenner, director del Centro de Investigación Radiológica de la Universidad de Columbia - el centro más grande y antiguo del mundo en su tipo - se encontró recibiendo llamadas en repetidas ocasiones para explicar lo que estaba sucediendo con los reactores y para evaluar el riesgo de radiación para la salud pública, tanto en Japón como en todo el mundo.
El doctor Brenner, de 57 años, oriundo de Liverpool, Inglaterra, es un físico que ha dedicado su carrera a estudiar los efectos de la radiación sobre la salud humana. Ha publicado estudios que demuestran que la Tomografía Computarizada (TC) aumenta el riesgo de cáncer en niños, y recientemente testificó ante el Congreso (de los EE UU), diciendo que el uso generalizado de los escáneres de cuerpo entero de rayos X en los aeropuertos se producen 100 casos adicionales de cáncer cada año en los Estados Unidos.
Él piensa que los escáneres TC y las personas que los utilizan necesitan más regulación para asegurarse de que las exploraciones sean médicamente necesarias y la dosis de radiación tan bajas como sea posible. El piensa que incluso las dosis bajas aumentan el riesgo de cáncer, y que no hay nivel "seguro" o umbral por debajo del cual el riesgo no aumenta - incluso si ese riesgo no se puede medir estadísticamente.
Pero a pesar de su preocupación acerca de posibles daños por radiación, no prevé un desastre de salud pública a raíz de la crisis en Fukushima Daiichi.
Desde el principio ha hablado con la cautela de un científico, mostrando respeto por los hechos y por los números, y una aguda apreciación de lo mucho que simplemente es desconocido o, en este punto, incluso cognoscible. La situación cambia constantemente, y el camino hacia la verdad puede ser arriesgado, girando a través de partes con apasionadas agendas a favor o en contra de la energía nuclear, la información suministrada por el gobierno y la industria, y los temores del público por la radiación que muchos científicos consideran muy exagerados.
¿Cómo explicar los hechos sin asustar a la gente innecesariamente? ¿Cómo tranquilizar sin que parezca miel sobre hojuelas o extrema condescendencia? Lo último que la gente quiere, dijo el Dr. Brenner, es a un tipo como él apareciendo en la televisión con bata blanca diciendo con aire de suficiencia que todo está bien.
"La gente está muy preocupada, lo cual no es sorprendente", dijo. "Queremos que la gente sea capaz de hacer algún tipo de evaluación realista". En la semana posterior al terremoto, realizó alrededor de 30 entrevistas con periodistas, dijo, "algunos buenos, algunos terribles."
Algunos entrevistadores trataron de empujarlo a decir que el riesgo era mucho mayor de lo que él creía que era. Se resistió, y canceló una aparición cuando se dio cuenta de que en el grupo anfitrión había una fuerte agenda anti-nuclear. "Trato de mantener mi punto de vista político separado de mi vida académica", dijo.
Cuando le preguntaron si estaba a favor o en contra de la energía nuclear, hizo una pausa y luego dijo: "Creo que hay un papel para la energía nuclear segura."
Desde el comienzo de los problemas en Fukushima Daiichi, ha dicho que la planta japonesa no es y no se convertirá en otro Chernobyl. El reactor soviético, que no tenía estructura de contención real, estalló en 1986 y arrojó su contenido por todo lo largo y ancho. Los reactores japoneses, aunque dañados, tienen recipientes contenedores, y el gobierno actuó con rapidez para evacuar a las personas de las áreas alrededor de la planta.
Pero él piensa que los acontecimientos en Japón debe ser una llamada a la acción para los Estados Unidos. "Este país y el Japón tienen una flotilla de viejos reactores nucleares", dijo.
Al principio, el Dr. Brenner dijo que Fukushima Daiichi probablemente llegaría a ser similar al accidente de 1979 en Three Mile Island en los Estados Unidos, del que nunca se ha encontrado evidencia de efectos en la salud pública. Dado que las condiciones se deterioraron en la planta japonesa, dijo que pensaba que el resultado sería algo peor que el de Three Mile Island, pero no mucho peor.
Pero él espera algunos casos de enfermedad por radiación entre los trabajadores de la planta contaminada, y, añadió, "me temo que habrá muertes". También dijo que era posible que hubiera algunos casos de cáncer de tiroides - probablemente muy pocos para probar estadísticamente una conexión - dentro de algunos años a partir de ahora entre las personas expuestas como los niños a la leche, agua o productos contaminados con yodo radiactivo.
Hasta el momento, parece poco probable que el accidente vaya a generar una vasta zona inhabitable en Japón como la que dejó Chernobyl, en lo que hoy es Ucrania, dijo el Dr. Brenner. Una amplia lluvia de Cesio radiactivo ocurrió en Chernobyl, y se necesitarán muchos años para que decaiga a niveles seguros. Ese tipo de secuelas no se ha producido en Japón.
Sobre todo, dijo que pensaba que el gobierno japonés estaba haciendo un buen trabajo al ofrecer información fiable al público - pero que no siempre lo ha hecho. Al principio, hubo un retraso en la liberación de las lecturas de radiación alrededor de la planta. Y cuando las autoridades anunciaron que el yodo radiactivo se había encontrado en leche y verduras, declarándolos inicialmente como seguros, el Dr. Brenner dijo que él había "gritado fuerte" y habló con los periodistas al respecto. Simplemente no había razón para arriesgarse a consumirlos, dijo.
El yodo radiactivo es absorbido por la glándula tiroides, especialmente en los niños, y una gran mayoría de los 6,000 casos de cáncer de tiroides causados por el accidente de Chernobyl se produjeron porque no se le dijo a la gente que dejara de dar a sus hijos leche local. La leche estaba contaminada, ya que fue producida por vacas pastando en la hierba cubierta con lluvia radiactiva.
Las pastillas de yoduro de potasio son ampliamente recomendadas para proteger la glándula tiroides del yodo radiactivo, pero el Dr. Brenner dijo que era mejor sólo dejar de beber leche hasta que la amenaza hubiese pasado.
Su mensaje ha cambiado, sin embargo, pues se detectó yodo radioactivo en agua del grifo en Tokio. Aunque el público fue informado de que bebés, niños y mujeres embarazadas no deben beber el agua, el Dr. Brenner reconoció que todavía puede ser difícil evitar alguna exposición, y que el uso de yoduro de potasio fue una precaución razonable.
"Yo he sido tal vez un tanto rígido al decir que el yoduro de potasio no tiene un papel que jugar", dijo. "Pero por lo general el problema es la leche. Para mí, los niveles en el agua fueron una sorpresa".
En los últimos años la investigación del Dr. Brenner se ha centrado en las respuestas al terrorismo. Se encuentra en la rara posición de haber dirigido el desarrollo de una máquina que espera que nunca se use, Herramienta de Rápida Biodosimetría Automatizada, o RABIT por sus siglas en inglés (Rapid Automated Biodosimetry Tool). Su propósito es poner a prueba muestras de sangre - hasta 30,000 al día - en busca de signos de que la gente ha estado expuesta a una dosis considerable de radiación.
RABIT estaba destinado a ser utilizado en el caso de un ataque terrorista - una bomba sucia, por ejemplo - en la que un gran número de personas temiendo haber estado expuestas a la radiación podrían abrumar a las clínicas y las salas de emergencia. Pequeñas muestras de sangre podrían ser tomadas en muchos lugares para enviarse a RABIT; las personas con síntomas de exposición pueden ser controlados y tratados si es necesario.
Las emisiones de radiación en Japón hasta el momento han sido muy inferiores para lo que RABIT fue diseñado.
Es posible que Brenner haya heredado su habilidad para el diseño industrial de su abuelo materno, un ingeniero mecánico que fue uno de los inventores de la barra de chocolate Kit Kat y la maquinaria para producirla en masa.
Su oficina tiene dos preciadas posesiones: una fotografía de John Lennon y George Harrison con Stuart Sutcliffe de 1961, bajista original de los Beatles, y el escritorio utilizado por el primer director del centro radiológico, en 1915. Venía con un cajón lleno de pipas.
En una tarde reciente, el venerable escritorio estaba lleno de mapas y gráficos de los niveles de radiación alrededor de la planta de Fukushima. Incapaz de encontrar la que buscaba, el Dr. Brenner acusó a un colega de habérselo llevado, y fue rechazado con júbilo. Programó varias entrevistas de televisión y un fotógrafo estaba en camino; el Dr. Brenner hizo una mueca y dijo que últimamente no había tenido tiempo para un corte de pelo.
Fotografía de entrada por Béatrice de Géa para The New York Times
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