Hace no mucho, reenvié a un Grupo de Yahoo un artículo cuyo título era ¿Cómo nos ven los extraterrestres?
Un miembro del grupo pensó que el cuestionamiento era de mi autoría y, como sucede en estos casos en los que la gente ve lo que quiere ver, me escribió lo siguiente:
¿Cómo ves tu a las hormigas o a los otros seres vivientes mientras viven? Tratas de comprender su modo de socializar y de vivir no es así? Pues eso mismo hacen ellos, tratan de entender que son estos seres que habitan en el Sol 3 y que clase de vida llevan, tratando, en lo mas posible, de no interferir ni causar problema alguno. Yo considero que somos visitados no solo por una raza de seres de las estrellas sino por varias, y algunas de ellas quizá en el algún momento deciden entrar en contacto con algunos de nosotros para aprender más.
Bien, como normalmente sucede en estos casos le respondí:
¿Cómo veo a las hormigas?
Mientras no se coman las plantas de mi jardín, mientras no las vea rondando en mi cocina o mientras no se me suban a las piernas, las veo como a otras formas de vida. Dados los casos mencionados, las veo como una plaga que hay que exterminar.
Suponer que eso mismo que yo hago (o lo que tú sugieres: tratar de comprender su modo de socializar y de vivir), lo hacen seres de los que no tenemos una sola prueba de su existencia, me parece, a lo sumo, un interesante ejercicio de imaginación.
Y aún siguiendo este ejercicio de imaginación, me surge una pregunta ¿Que ganaría yo al estudiar a las hormigas? De no ser que al estudiar su modo de vida, encontrase la forma de expulsarlas de MIS espacios, no se me ocurre otro beneficio. Trasladar ese interés al ámbito de una supuesta raza extraterrestre (o a varias, como sugieres), no es otra cosa que suponer que todo lo que no vemos, ni somos capaces de entender, es tan humano como nosotros. Es el llamado principio antrópico: TODO está hecho para los humanos, incluso el interés de esos imaginarios seres de más allá de nuestro sistema solar.
Pero a mí no se me ocurriría pensar que, si es que en verdad hay seres extraterrestres, se ocupan de nosotros. Para nada. Ni siquiera como curiosidad para estudiarnos. No seríamos tan importantes para ellos. Claro, a menos que fuésemos nosotros los que nos metiésemos en su cocina, o les devoráramos sus ornamentos, o les picásemos sus extraterrestres pantorrillas.
No hemos hecho nada de eso. No nos hemos acercado ni tantito a otras estrellas. Apenas mandamos, décadas antes, sondas que aun rondan las vecindades de nuestro sistema solar. Dudo mucho que estas sondas Voyager signifiquen para ellos (si es que existen estos extraterrestres) lo mismo que las hormigas para mí.
No pienso que seamos "hormigas" para los supuestos extraterrestres, en primer lugar porque, en serio, aun no sabemos con certeza si hay "extraterrestres". El día en que tú tengas evidencias de la presencia de estos seres, no te quedes con ellas, compártelas y deja que otros las analicen y las estudien. Te podrías llevar parte del premio Nobel.
Respecto a otros seres (terrícolas), mi opinión es casi la misma, excepto que existiría el cuidado de no romper un equilibrio ecológico.
Un miembro del grupo pensó que el cuestionamiento era de mi autoría y, como sucede en estos casos en los que la gente ve lo que quiere ver, me escribió lo siguiente:
¿Cómo ves tu a las hormigas o a los otros seres vivientes mientras viven? Tratas de comprender su modo de socializar y de vivir no es así? Pues eso mismo hacen ellos, tratan de entender que son estos seres que habitan en el Sol 3 y que clase de vida llevan, tratando, en lo mas posible, de no interferir ni causar problema alguno. Yo considero que somos visitados no solo por una raza de seres de las estrellas sino por varias, y algunas de ellas quizá en el algún momento deciden entrar en contacto con algunos de nosotros para aprender más.
Bien, como normalmente sucede en estos casos le respondí:
¿Cómo veo a las hormigas?
Mientras no se coman las plantas de mi jardín, mientras no las vea rondando en mi cocina o mientras no se me suban a las piernas, las veo como a otras formas de vida. Dados los casos mencionados, las veo como una plaga que hay que exterminar.
Suponer que eso mismo que yo hago (o lo que tú sugieres: tratar de comprender su modo de socializar y de vivir), lo hacen seres de los que no tenemos una sola prueba de su existencia, me parece, a lo sumo, un interesante ejercicio de imaginación.
Y aún siguiendo este ejercicio de imaginación, me surge una pregunta ¿Que ganaría yo al estudiar a las hormigas? De no ser que al estudiar su modo de vida, encontrase la forma de expulsarlas de MIS espacios, no se me ocurre otro beneficio. Trasladar ese interés al ámbito de una supuesta raza extraterrestre (o a varias, como sugieres), no es otra cosa que suponer que todo lo que no vemos, ni somos capaces de entender, es tan humano como nosotros. Es el llamado principio antrópico: TODO está hecho para los humanos, incluso el interés de esos imaginarios seres de más allá de nuestro sistema solar.
Pero a mí no se me ocurriría pensar que, si es que en verdad hay seres extraterrestres, se ocupan de nosotros. Para nada. Ni siquiera como curiosidad para estudiarnos. No seríamos tan importantes para ellos. Claro, a menos que fuésemos nosotros los que nos metiésemos en su cocina, o les devoráramos sus ornamentos, o les picásemos sus extraterrestres pantorrillas.
No hemos hecho nada de eso. No nos hemos acercado ni tantito a otras estrellas. Apenas mandamos, décadas antes, sondas que aun rondan las vecindades de nuestro sistema solar. Dudo mucho que estas sondas Voyager signifiquen para ellos (si es que existen estos extraterrestres) lo mismo que las hormigas para mí.
No pienso que seamos "hormigas" para los supuestos extraterrestres, en primer lugar porque, en serio, aun no sabemos con certeza si hay "extraterrestres". El día en que tú tengas evidencias de la presencia de estos seres, no te quedes con ellas, compártelas y deja que otros las analicen y las estudien. Te podrías llevar parte del premio Nobel.
Respecto a otros seres (terrícolas), mi opinión es casi la misma, excepto que existiría el cuidado de no romper un equilibrio ecológico.
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