martes, 29 de abril de 2008

Sería bueno tener un Premio Nobel para niños

Desde New Scientist, por Andreas Mershin, traducción de KC.


¿Cómo podemos hacer participar a más jóvenes en la ciencia?
Se podría decir que se trata de una "buena pregunta" - y eso es precisamente la clave. Tenemos que aprovechar la
propensión natural de los niños a hacer preguntas.

La mayoría de los niños pequeños nacen siendo científicos, a menudo frustrando a sus padres y profesores con una avalancha de preguntas, preguntando perpetuamente "pero ¿por qué?" Por alguna razón, sin embargo, el deseo de un niño por explorar a menudo mengua con la edad. Sólo unos pocos conservan su curiosidad y crecen para provocar avances en la ciencia que cambian el mundo.

La ciencia consiste tanto (si no es que más) en hacer preguntas como en tratar de obtener las respuestas correctas. De hecho, planteando buenas preguntas es como se está en el centro mismo del método científico - como el químico Barry Sharpless lo afirmó en su discurso de aceptación Nobel, el método científico es "el juego de las 20 preguntas que se lleva a cabo en el lenguaje de la ciencia".

Y, sin embargo, la forma en que la ciencia suele ser enseñada en las escuelas se centra exclusivamente en las respuestas, a menudo sofocando la curiosidad natural de los niños. Los maestros y las escuelas, por supuesto, dan prioridad a las respuestas por razones prácticas: muchos estudiantes se están preparando para tomar pruebas de selección múltiple y aprobar exámenes de ingreso a las universidades.

Si nos fijamos en el trabajo de los científicos que han ganado un premio Nobel, rápidamente resulta claro que el gran trabajo científico comienza con la elaboración de una gran pregunta. Por lo tanto, se le ocurrió al autor y a sus colegas de la Fundación Fronteras Moleculares que quizás un prestigioso premio para los niños - una especie de premio Nobel para los niños - ayudaría en mucho a cultivar su curiosidad inquisitiva.

Durante los últimos 18 meses, han estado desarrollando el Premio en Investigación Fronteras Moleculares.

A partir de este próximo mayo, el premio será entregado anualmente a un número igual de niñas y niños de todo el mundo para que presenten la más penetrante y perspicaz pregunta relacionada con la ciencia molecular, que abarca todo desde la física y la química, a la fisiología y la medicina.

Las preguntas serán juzgadas por un panel de eminentes científicos, entre ellos varios premios Nobel, los ganadores y seleccionados serán invitados a la Real Academia Sueca de Ciencias en Estocolmo para tener contacto con los mejores científicos.

La esperanza es que los científicos que sirvan como mentores y jueces no sólo adquieran conocimiento sobre lo que la próxima generación es capaz de pensar, sino también tengan un leve empujón hacia sus propios avances científicos, como resultado de la interacción con la curiosidad de las mentes de los niños - uno de los muchos recursos sin explotar en el proceso científico.

Durante el último siglo, la ciencia y la tecnología han progresado a una velocidad vertiginosa, engendrando dilemas éticos, morales y políticos, desde la energía nuclear y el calentamiento global, hasta la bioética de la clonación y de los alimentos genéticamente modificados.

Si alguna vez ha sido crucial para el ciudadano promedio poseer una mente inquisitiva, el momento es ahora. Tenemos que cultivar una cultura de investigación sin inhibiciones - una cultura que inspire a los jóvenes y afecte sobre cómo van a actuar como adultos.

Si a los niños se les enseña a valorar sus habilidades de investigación, serán menos propensos a aceptar a ciegas las afirmaciones de los anunciantes, los políticos y líderes religiosos, presentando en última instancia un objetivo más difícil para las ideologías fundamentalistas. Ya he comentado en una entrada anterior que una buena difusión del escepticismo y del pensamiento crítico puede apoyar la curiosidad natural de nuestros estudiantes

Así que, si eres menores de 18 años, coloca una pregunta en este sitio, www.MoleClues.org a más tardar el 7 de mayo de 2008. Y, si usted es un padre o maestro, siga adelante y dígale a sus hijos y alumnos que podrían ganar un premio por preguntar esa clásica pregunta: "¿Pero por qué?"

1 comentario:

Anónimo dijo...

CREANDO LAZOS .-



El encuentro entre el principito y el zorro nos conduce a reflexionar sobre algunos aspectos presentes en el quehacer clínico. Quizás, el más importante a destacar, tenga que ver con la necesidad de establecer un vínculo, donde clínico como consultante, dejarán de ser "semejantes a cien mil", para ser cada uno, único para el otro.

Este vínculo, implica al decir del zorro en el cuento, un "domesticar", en el sentido de "crear lazos", "tener necesidad el uno del otro", comprendiendo, conociendo y reconociendo a aquel que al decir de el zorro: "Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en la hierba. Te miraré de reojo ….. pero cada día, podrás sentarte un poco más cerca….". Para esto "Hay que ser muy paciente". Es que los tiempos de la clínica dependerán del tiempo propio, interno, de cada consultante y del proceso. Reverente y amoroso homenaje que es necesario tributar para que el encuentro se produzca. Así, "Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres"….. "Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a que hora preparar mi corazón…..Los ritos son necesarios", manifestando así el indispensable mantenimiento de las pautas establecidas.

Los fenómenos transferenciales quedan claramente expuestos en las palabras del zorro: "Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros." …….."Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo… ". Transferencia amorosa y necesaria para la creación de lazos que posibilite el crecimiento y la autonomía. Desarrollo de la subjetividad que se construye en correlación con la subjetividad del otro.

Yo, tu alter ego

Recientes ciudadanos de Higadolandia