miércoles, 29 de julio de 2009

¿Existe el alma, el espíritu o cualquier esencia unívoca inmaterial?

En algún lugar del alma se extienden los desiertos de la pérdida, del dolor fermentado; oscuros páramos agazapados tras los parajes de los días.

Sealtiel Alatriste


Muchas personas (pero de veras muchas, y casi me atrevería a decir que la mayoría) piensan que tenemos un alma, un espíritu o al menos una esencia inmaterial que nos hace diferentes del mundo exclusivamente material.

Yo me atrevo a pensar que la gran mayoría han recibido esa idea, en el mejor de los casos, como parte de un bagaje heredado en forma por demás variada y, en el peor, como parte de de un adoctrinamiento. Me atrevo a pensar que actualmente muy pocos han llegado a esa conclusión por si mismos. Quizá eso les sucedió a los antiguos filósofos, al estilo de Aristóteles, quienes por sí mismos llegaron a esas conclusiones para explicarse la esencia misma de la vida.

Siempre ha sido un misterio para los humanos el asunto de la muerte, y más aún la diferencia entre el estado "vivo" del estado "muerto". Incluso en tiempos más recientes, cuando se descubrió que la materia (toda la materia, incluso la de los seres vivos) parecía estar constituida por átomos. ¿Que hacía que un conjunto de átomos, moléculas, células, tejidos y órganos mostrase las cualidades que conocemos como "vida"?

Uno de mis profesores, Emigdio Guerrero, sostenía que todo ser vivo tenía un alma o ánima, por ello es que estaba "animado". Pero no nos explicó nunca la naturaleza de esa ánima. Y no creo que lo pudiese haber hecho tan fácilmente.

Actualmente podemos, mediante tecnología avanzada, aparentar que cosas inanimadas parezcan tener vida, como las líneas de ensamblaje robotizadas. Mediante manipulación digital podemos presentar en la pantalla (chica o grande) animados animales que NO tienen vida, pero que aparentan estar vivos a los ojos del tele- (o cine-) vidente. Pero evidentemente eso NO es vida.

Todavía no hay una respuesta clara y concisa de la diferencia entre un ser vivo y un objeto inanimado. Hace tiempo Gustavo Fernández, un amigo forista, me abordó con una pregunta relacionada con la reencarnación y mi postura respecto a que para poder determinar la realidad incuestionable de un fenómeno como la reencarnación se debería empezar por definir qué es el alma, el espíritu o la esencia inmaterial. Así me abordó:

Según esto, la condición sine qua non para incursionar en el debate científico de la reencarnación presupone la aceptación de la existencia de esa esencia, llamémosle como quieras. Así que, en una nueva vuelta de tuerca, ¿cuál sería el protocolo, según tu saber y entender, que "demostraría" la existencia del "espíritu"?.

Mi siempre escéptica respuesta fue la siguiente:

Como en todo diseño de experimentos, sería necesario plantear algunas hipótesis sobre el espíritu, el alma o como se le llame.

Imaginemos que una hipótesis es que el espíritu es un gas. El diseño del experimento consistiría en tratar de aislar ese gas para poder analizarlo.

Imaginemos que otra hipótesis es que el espíritu es energía. Entonces el experimento debería diseñarse para detectar esa energía. Si es luminosa entonces se podría detectar con fotómetros. Si es calorífica, con calorímetros, etc.

Si tomo la definición que establece que el espíritu es un ser inmaterial dotado de inteligencia, ahí la cosa está más difícil, pues hay varias cosas inmateriales o cercanas a la inmaterialidad, como por ejemplo el magnetismo, los fotones, los neutrinos (casi inmateriales), el vacío, el tiempo, etc. Habría que ser más específicos para mejorar el diseño. Y después determinar si tiene inteligencia ¿que tipo de inteligencia? Aún se plantea más difícil la definición que establece que el espíritu es pensamiento eterno de manifestación.

Para este punto de establecimiento de hipótesis sería necesario que los estudiosos del tema aportaran las características de la naturaleza del espíritu, para poder diseñar el o los experimentos necesarios.

Después se deberá montar el experimento, la prueba, el conjunto de pasos para obtener las evidencias y datos. Los resultados podrían confirmar las hipótesis iniciales o quizás modificarlas (y hasta rechazarlas).

Imaginemos que los datos obtenidos confirman alguna de las hipótesis sobre su naturaleza. En ese caso se establecería una especie de teoría o modelo para describir esa naturaleza. Se esperaría que el modelo fuese útil para hacer algunas predicciones que otros investigadores pudiesen confirmar.

Imaginemos el caso contrario, que ninguna hipótesis se confirma. ¿Que significaría? Que las hipótesis no fueron correctamente elaboradas, o que los instrumentos están fuera de rango y que su sensibilidad no permite la detección del fenómeno, lo cual lo colocaría en el nivel de ruido de los mismos. ¿Que seguiría? El replanteamiento de las hipótesis, el rediseño de los instrumentos y la vuelta al laboratorio.

Pero también podría significar que eso que llamamos espíritu no sea nada real. Quizá simplemente una idea hermosa que nos permite soñar en la inmortalidad, en el premio o castigo en el más allá por nuestras acciones en esta vida, o en la comunicación con los que ya se fueron de este mundo material.

Imagen: Fotomontaje de una supuesta imagen del alma, desde http://xavileon.blogspot.com/2009/06/foto-alma-humana.html.

1 comentario:

Dr. Acula dijo...

Qué bien explicado, señor Coors.
Saludos.

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