miércoles, 23 de enero de 2008

El Aborto y la decisión sobre la vida

Hace ya casi un año, cuando se aprobó la ley que permite la interrupción del embarazo en el Distrito Federal de México, un forista de los grupos de Yahoo a los que pertenezco lanzó esta pregunta:
¿Que tanto tenemos nosotros derecho a decidir quien vive y quien muere?

Accedí a responder esta pregunta, mencionando que la historia nos ha dado algunas crueles respuestas: 
Hubo una secta cristiana conocida como los "hombres buenos", también llamados "cátaros", allá por los finales de la edad media. Bien, estos hombres tomaban la palabra de Jesucristo literalmente, y vivían sin pertenencias, sin ropas suntuosas, practicaban la humildad y el bien hacer a los demás. 

Mucha gente los seguía pues hacían unos rituales de purificación que lograban convencer a la gente rica de abandonar sus pertenencias y sus prácticas egocentristas, dominantes y opresivas hacia los pobres. La iglesia, encabezada por el papa, los persiguió y los mató a TODOS. Iniciadores de la secta y seguidores por igual. ¿Tenía la iglesia Católica, Apostólica y Romana el derecho a decidir su muerte?

Un poco después, colonizadores españoles llegaron a tierras aztecas, y sobre la base de la diferencia de religión acabaron con TODA una civilización ¿Tenían el derecho de decidir la muerte de cientos de miles de Mexicas?

A mediados del siglo pasado, por diferencias de fe, se separó todo un país: La India. Apenas se independizaron de la Gran Bretaña, surgieron divisiones profundas en su sociedad y en sus líderes que obligaron a fundar dos estados (la India y Pakistán) sólo por la diferencia de religión. Las migraciones masivas de pobladores originó matanzas sin ton ni son. ¿Tenían derecho de matarse unos a otros sólo porque no tenían la misma fe religiosa?

Así puedo nombrar una larga serie de atrocidades cometidas por los humanos en contra de humanos inocentes, que sólo pensaban diferente, que sólo tenían una fe diferente, que sólo tenían una piel de color ligeramente diferente.

El aborto es algo que debe discutirse ampliamente, pero NO sobre la base del derecho a decidir quien vive y quien muere. Muchas mujeres jóvenes, que no desean estar embarazadas, recurrirán a clínicas clandestinas de aborción en caso de que esta práctica se declare ilegal. Aquí la pregunta es ¿que vamos a hacer con ellas? ¿Meterlas a la cárcel para que no vayan a estas carnicerías ginecológicas y ahí tengan a sus bebés?

Y con respecto a la eutanasia ¿qué haremos en caso de que un familiar enferme y no recupere la conciencia? ¿Tendremos la obligación de llevarle a un hospital y darle un tratamiento totalmente invasivo para mantenerlo vivo mediante aparatos? Unos años antes la gente se moría por enfermedades naturales, por vejez, por fallos cardíacos... pero ahora que tenemos las maravillas de las medicinas (y de las que tanto reniegan algunos) ¿es obligatorio curarnos a fortiori? Y si no lo hacemos ¿estaremos cometiendo un crimen?

Yo creo que debe discutirse mucho al respecto, con argumentos de todo tipo, pero no sobre si tenemos o no el derecho sobre la vida de los demás. Me parece un argumento muy maniqueo.


Post scriptum

Mi amada Dianukas: La referencia inical de los Cátaros es de la obra de carácter histórico de Isaac Asimov "La Formación de Francia" ISBN 84-206-1919-1 (solo disponible en versión libro encuadernado). Una referencia más moderna se puede ver en http://www.extrasensorial.com/historia_ignorada/cataros.htm
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola! me gusta que relaciones los problemas actuales con los hechos históricos y trates así de proporcionar un panorama más amplio para resolver una problemática tan discutida como el aborto. Lo unico que critico es que creo es conveniente que incluyas referencias de la información que utilizas acerca de los cátaros, la separación de la India, entre otras para darle más fidelidad a tus escritos y los lectores nos podamos cultivar más acerca de esos temas.
Me gusta tu página :) y te quiero mucho papi!!!! besos

Anónimo dijo...

La referencia a la separación de La India está tomada de una de las biografías de Gandhi y de la película del mismo nombre de mediados de los años 80 con Ben Kingsley.

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