jueves, 21 de noviembre de 2013

Una forma de iniciarse en la ciencia parte 2

La verdad, si no es entera, se convierte en aliada de lo falso. 


Javier Sádaba


Continuando con las remembranzas que la colección "Panorama Cultural" me trajo a la mente, inicio esta 2a parte con la imagen de Marte, tal como aparece el el primer libro de esta colección. Resultaba interesante en extremo leer que, de acuerdo con esta imagen (que por supuesto no era una fotografía, sino una representación artística de las imágenes que el famoso astrónomo americano de Percival Lowell consideró como reales. Esta idea la obtuvo Lowell a partir de las observaciones y dibujos de Giovanni Schiaparelli, un astrónomo italiano de gran prestigio a finales del siglo XIX), se suponía la existencia de "canales" en ese planeta. En este primer libro de la colección se lee textualmente:

"Nótense en ella (la imagen) los misteriosos canales que aparecen formando líneas rectas; algunos estudiosos suponen que no son naturales sino construidos por alguna especie de habitantes: los supuestos marcianos."

Leyendo con detenimiento esta parte, uno observa el cuidado con el que el autor se deslinda un poco de afirmar que los canales dibujados SON obra de marcianos. Sólo dice que es la suposición de "algunos estudiosos". Menos mal que no decía "científicos". Y es que Lowell defendió la idea de los canales durante mucho tiempo, y fue considerada una idea con posibilidades de ser real, por lo menos en su tiempo. No obstante su fama, las observaciones de otros astrónomos hicieron que Lowell finalmente abandonara su hipótesis de vida inteligente en Marte. Para reivindicar un poco su prestigio, dedicó los últimos años de su vida en la persecución del Planeta X, que finalmente resultó ser Plutón.

La historia de los Canales Marcianos, y el subsecuente triunfo de las observaciones como evidencia del error de Lowell hicieron que desde muy joven estuviese atento a esas evidencias. Por supuesto que resultaba fantástico pensar en seres de otro planeta, tan inteligentes e industriosos como para construir canales con el propósito de transportar agua desde un punto de Marte hasta el otro extremo. Pero sin evidencias, eso sólo era una fantasía.

La década de 1960, en la que esta colección comenzó a publicarse, también fue testigo de las hazañas espaciales de la humanidad. Leer que había un satélite artificial bautizado como "Pájaro Madrugador", que orbitaba nuestro planeta y que podía ser escuchado con aparatos de radioaficionado en la tierra, era muy excitante (ver http://es.wikipedia.org/wiki/Intelsat). Saber que había un cosmonauta llamado Yuri Gagarin que había sido el primer humano en llegar al espacio, me llenaba de fascinación. La culminación de esa década de asombro espacial fue la llegada de la misión Apolo a la Luna. Aun recuerdo a la familia reunida alrededor del televisor familiar, el 20 de julio de 1969, observando las imágenes en vivo que eran transmitidas desde nuestro satélite natural mostrando a los valientes astronautas pisando el suelo lunar ¡Qué hazaña tan magnífica!

Así que entre ideas sobre evolución y contemplando el triunfo de las evidencias en el establecimiento de teorías científicas, acompañado de las noticias sobre las hazañas espaciales de la humanidad, un chico con edad suficiente pudo inclinarse por dedicar su vida a la ciencia. Es una mala fortuna que en la actualidad no haya tanta difusión a ese tipo de logros científicos. Ahora la gente parece interesarse más por la última moda en ropa y calzado, el último escándalo del espectáculo, el último modelo de smartphone y el número de muertos por el crimen organizado.

Por esa razón, además de escribir las remembranzas de esa fabulosa década, pretendo aptovechar la oportunidad para incluir en esta entrada una lista de aquellas cosas (relacionadas con la ciencia y la tecnología) que alguna vez soñé y que con el tiempo se hicieron realidad (o bien que espero que algún día haya evidencia de que son realidad).

  1. Cuando tenía como 12 años imaginé que llegaría el día en que algún instrumento musical electrónico recrearía con perfección el sonido de violines, guitarras, pianos, armónicas, saxofones, etc. Ahora eso es un asunto cotidiano, gracias a la magia del "sampling".
  2. Cuando estudiaba en la preparatoria del Colegio Francés Hidalgo, imaginé que todo el mundo podría tener una computadora personal para facilitar el trabajo. Aquí mismo está la muestra.
  3. Imaginé que México podría tener sus propios reactores nucleares de potencia, cuando tenía 13 años. Tuve la oportunidad de ver crecer el proyecto de Laguna Verde en mis primeros años de vida profesional.
  4. Alguna vez soñé con poder fotografiar y grabar video directamente con mis ojos. Espero que la tecnología algún dia pueda lograrlo.
  5. También imaginé que podría controlarse ciertos aparatos electrónicos con sólo pensarlo. Ya hay algunos avances en este terreno de la Neurociencia
  6. Estoy convencido de que puede haber vida en otro sitio fuera de la Tierra. Aun espero evidencias.
  7. He soñado con que la física tenga una teoría unificada que explique tanto los fenómenos gravitatorios como los cuánticos.
  8. He soñado que la genética moderna pueda realmente hacer un mundo mejor, para los humanos y para las especies de seres vivos con las que convivimos en esta roca. Y aunque es pueril, lo sé, desearía que algunas razas de animales domésticos nunca maduraran y siempre fuesen cachorros (perros y gatos incluidos).

Con eso me conformo por ahora, con tener algunos sueños realizados y otros por realizarse. Quizás el avance científico no pueda ser tan acelerado como para que yo pueda ver realizados esos sueños pendientes. Pero quizás las futuras generaciones y mis descendientes lo logren.


lunes, 11 de noviembre de 2013

Una forma de iniciarse en la ciencia Parte 1

La ciencia es la verdadera escuela moral; ella enseña al hombre el amor y el respeto a la verdad, sin el cual toda esperanza es quimérica.

Pierre Eugèn Marcellin Berthelot



Ya hacía tiempo que no registraba en esta caja, en este marcador, vamos, en este mi cofre de catarsis y demás manías. Pero recientemente recuperé algunos libros viejos que me recordaron mi infancia y mi inicio en cuestiones de ciencia. Por este motivo y la remoción de ciertos estorbos para recordar lo que pasó hace ya muchos lustros me decidí a escribir esta entrada. Contaré, pues, la historia de una colección de libros que llevaron a un chico de 5 años a introducirse poco a poco en asuntos de ciencia.
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Cuando aun estaba en el kindergarden mis papás me llevaron al cine a ver una película de Walt Disney. Ellos pensaban que sería una buena idea, ya que para ese entonces descubrieron que me gustaba ver las aventuras del pato Donald y del ratón Mickey. La película parecía interesante a juzgar por el título: "Fantasía". Yo pienso que lo que menos se esperaban mis amados progenitores es que se tratara de una película cuya intención era ilustrar una serie de obras de música culta más que presentar dibujos animados. En fin, recuerdo que la película no me pareció tan aburrida comparada con una caricatura de Donald, pero lo que más me llamó la atención fue una parte en la que se ilustraba "La consagración de la primavera" de Igor Stravinski, una obra ciertamente complicada para un chico de 5 años, pero cuyas imágenes en la cinta me dejaron una huella imborrable. En esa parte del film se presentaban imágenes de la formación de la tierra y de la evolución de la vida, pero la parte que más se me quedó grabada fue la lucha entre unos seres que jamás había visto antes. Pregunté a mis papás qué clase de animales eran y me dijeron: "Dinosaurios".

Poco tiempo después, caminando con mi mamá por la calle observé en un puesto de revistas un libro cuya portada tenía justo lo que yo recordaba de Fantasía, es decir, la lucha sangrienta de dos Dinosaurios. Le pedí a mi progenitora insistentemente que me comprara ese libro, a lo que me respondió que le diría a mi papá. Esa misma tarde mi venerable padre llegó a casa con el libro bajo el brazo y me lo dio. Aunque aún no sabía leer, las ilustraciones del libro me fascinaron. La portada de ese mi primer libro, que aun conservo, a continuación:


Como se puede observar, la portada era bastante impactante. Las ilustraciones del interior también lo eran, por lo que captaron mi atención en forma inmediata. Poco a poco esas ilustraciones me ayudaron a entender los nombres de esas formidables bestias y a entender las palabras que describían sus características, hábitos y otros datos interesantes (en especial en número de años que habían pasado desde que vivían en la Tierra). Un ejemplo es la imagen del así llamado "Compsognato", que incluyo a continuación (nótese los colores rojizos del animal, su feroz expresión y el fondo, una especie de bosque con un volcán en erupción):



Que las imágenes tuviesen tanto impacto fue útil para que me interesara en saber más sobre estos dinosaurios. Pero no sólo eso, sino también sobre otros títulos de la colección de libros. Al ver la última página de mi libro me di cuenta de que era el 4° en una colección de 40 libros. Esta colección, obra de Antonio M. Carneiro con título "Panorama Cultural", era editada por la casa "Novaro - México". A continuación una captura de los primeros títulos que tuve la oportunidad de adquirir. Nótese los nombres de los primeros 5, desde "La Tierra y su lugar en el Universo" hasta "Mamíferos Prehistóricos":


Poco a poco mis papás fueron adquiriendo los tomos restantes de esta colección que estaban a la venta en los puestos de revistas. Al de los Dinosaurios siguió el de la Tierra, y luego el de "Principio y Evolución de la Vida" y posteriormente "Del Pez al Hombre". El título "La Tierra y su lugar en el Universo" fue adquirido cuando ya empezaba a leer. Fue muy interesante enterarme por la lectura que además de la Tierra había otros "planetas" girando alrededor del sol. Entre ellos un misterioso planeta rojo que tenía una serie de supuestos "canales" cuyo origen se sospechaba no natural. Incluso el autor sugería que podrían haber sido fabricados por "marcianos". Muy interesante para un crío de 6 años. Después de leer este tomo, mi madre decidió ponerme a prueba y me hizo aprenderme los nombres de los 9 (en ese entonces Plutón era considerado el 9° planeta del Sistema Solar) planetas en el séquito del Sol. Resultaba curioso para amigos y familiares que me pasara recitando "Mercurio, Venus, La Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón" mientras caminaba a solas por la sala de la casa.

Otra cosa que tambiérn marcó mis inicios en la ciencia es que en el 3er libro se esgrimían, sin decirlo abiertamente, las evidencias que sustentan la teoría de evolución de Darwin. Así que casi sin darme cuenta, desde chico comencé a entender lo que significaba el concepto de persistencia de las características que hacen más aptos a los seres vivos, el registro fósil y los pequeños cambios hereditarios a lo largo de periodos largos de tiempo. Por eso cuando a los 7 años me quisieron inculcar el catecismo católico, encontré las diferencias evidentes entre lo que dice la religión (creación de especies actuales) y la enorme diversidad de especies extintas que nos precedieron y cuyo registro fósil muestra con claridad.

Continuará...

Recientes ciudadanos de Higadolandia