sábado, 28 de diciembre de 2013

En aras de la normalidad

Una de las profesiones estereotipadas es la ciencia. Los científicos son raros, socialmente ineptos, trabajan en temas incomprensibles que ninguna persona normal sería capaz de encontrar interesantes.

Carl Sagan en El Mundo y sus Demonios


Hace unos días salí al cine con un grupo de amigos y amigas. Una de mis amigas al ver que yo no mostraba muchas emociones al llegar a la taquilla, me preguntó que por qué no sonreía más. Le respondí que habitualmente no sonrío sin una causa. Me volvió a preguntar con cierto hastío ¿Por qué no eres normal? Y respondí: "Porque no deseo ser normal, no deseo ser parte de la normalidad". ¿Entonces eres anormal? preguntó, y después de pensarlo un poco respondí finalmente algo sí como: "Si pretender sobresalir de la masa normal es ser anormal, entonces lo soy".

La película que fuimos a ver fue la comedia "Último viaje a Las Vegas" (Last Vegas). Me pareció divertida, con buenas situaciones humorísticas aunque un tanto increíble, como buena película de Hollywood. Al estar en la sala, mi amiga notó que solté varias carcajadas mientras disfrutaba el film. Cuando salimos le dije algo así: "Ahora quizás me explique mejor. Soy capaz de reír y sonreír y me lo permito cuando juzgo que las circunstancias lo ameritan". No pude haberlo dicho mejor, digo yo. Y esto viene a colación, porque normalmente alguien que estudia una carrera científica tiende a "observar diferente" el mundo que le rodea. En mi caso difícilmente dejo de apreciar las maravillas del mundo que me rodea, pero eso no me hace sonreír todo el tiempo. Eso a veces es considerado como un comportamiento de ineptitud social, como lo dicta la descripción del estereotipo del científico loco que mencionaba Carl Sagan en su frase de entrada.


Otra muy querida amiga, cuya comprensión de mi personalidad es mucho mayor que la del ejemplo anterior, me dijo algo así como: "Siempre estás observando las cosas, por eso aprendes de ellas". Ella me decía que en su caso no presta atención a las cosas que no le interesan pero que eso hace que algunos detalles que de momento no son interesantes, después se conviertan en importantes. Yo añado que no sólo me gusta observar los fenómenos físicos de la naturaleza. También observo la forma en la que la gente expresa sus convicciones, sus prejuicios y sus dogmas. Por ejemplo, la amiga del comentario sobre la normalidad a menudo inicia sus intervenciones con las frases "La verdad es que..." y "Definitivamente...". Cuando hace eso pongo mucha atención a lo que va a decir, pero casi siempre me decepciona porque lo que sigue a sus anteriores frases normalmente son opiniones sesgadas, prejuicios y generalizaciones sin bases. Algunos ejemplos dispersos que recuerdo:




  1. La medicina homeopática es muy buena...
  2. Actualmente los niños cuando nacen ya vienen evolucionados...
  3. La situación económica de todas las personas está crítica...


Cuando mencionó lo de la homeopatía le respondí que ese tipo de remedios no tiene prácticamente nada de substancias curativas, y que más bien su utilidad en algunos casos estriba en que funciona mediante el conocido efecto placebo; supongo que mi opinión le pareció anormal. Cuando dijo lo de los niños evolucionados le pedí que definiera el término "evolucionados" y me respondió que eso significa que en la actualidad los recién nacidos ya traen en su ADN información sobre computadoras y juegos de video; ya no abundé más. Por último cuando mencionó lo de la situación económica le pregunte algo así como "¿Todas? así como ¿el 100%?" y me respondió que sí. Supongo que se refería al 100% (o un valor cercano) de las personas con quien ella trata o convive. Le dije que por seguro Bill Gates y Carlos Slim no aportan a ese 100%, sólo por mencionar un par de ejemplos conocidos. Su mirada ante mi respuesta fue de desprecio, lo cual es es una reacción común en la gente cuando les encuentro esas falacias lógicas. La obvia conclusión es que el inicio de sus intervenciones con esas frases es una especie de muletilla que intenta proteger su opinión del escrutinio de gente anormal como yo.


Más recientemente, un viejo amigo que apenas encontré a través de Facebook publicó una imagen en esta red social que reproduzco a continuación. En su comentario escribió: "Para razonar, que hemos hecho de nuestro planeta y que? hay que destruir otros?".


Mi comentario fue el siguiente: "Bueno, pues a menos que aprendamos a comer tierra o piedras, debemos alimentarnos de cosas que antes estuvieron vivas, sean animales o vegetales ¿cierto? Y para eso pues... hay que... matar esa vida". Y es que la generalización de que es malo explorar el espacio porque estamos matando la vida es una falacia, pues no considera que la única alternativa de alimentación aparte de comer seres muertos (animales o vegetales) es comer substancias inanimadas, como la tierra, la arena, las piedras, etc. Se convierte en paradoja si la llevamos al extremo, si dejamos de alimentarnos de otros seres vivos para no matarlos, nos estaríamos matando por hambre o por intoxicación.


Me doy cuenta de que la imagen y el comentario de mi amigo quizás se referían exclusivamente a vida humana, así que no soy tan inepto socialmente hablando, pero preferir ver ese tipo de falacias, en efecto, me saca un poco de la "normalidad".


Y no sólo lo prefiero. Lo disfruto además, para no morir de aburrimiento en aras de la normalidad.



Recientes ciudadanos de Higadolandia