Donde acaba la biología comienza la religión
Desde Scientific American
Por Lawrence M. Krauss
Traducción: KC
Gilbert Keith Chesterton
Desde Scientific American
Por Lawrence M. Krauss
Traducción: KC
Los líderes religiosos deben ser considerados responsables cuando sus ideas irracionales se convierten en un peligro.
Cada dos años la Fundación Nacional de Ciencias produce un informe, Indicadores de Ciencia e Ingeniería, diseñado para conocer la comprensión del público sobre conceptos de ciencia. Y cada dos años, re-aprendemos el triste hecho de que los adultos de los EE.UU. están menos dispuestos a aceptar la evolución y el Big Bang como un hecho que los de otros países industriales.
A excepción de esta ocasión. ¿Hubo de pronto un salto cuántico en la alfabetización científica de los EE.UU.? Lamentablemente, no. Más bien la Junta Nacional de Ciencia, que supervisa a la Fundación, optó por dejar la sección que discutía estos asuntos fuera de la edición 2010, alegando que las preguntas eran "indicadores" fallidos de los conocimientos científicos ya que las respuestas combinaban conocimientos y creencias". En resumen, si los sus creencias religiosas requieren respuestas para descartar los hechos científicos, la Junta no piensa que sea conveniente exponer esa verdad.
La sección existe, sin embargo, y la revista Science la ha obtenido. Cuando se les presenta la afirmación "los seres humanos, tal como los conocemos hoy, se desarrollaron a partir de especies de animales anteriores", sólo el 45 por ciento de los encuestados indicó "verdadero". Compare esta cifra con los porcentajes afirmativos en Japón (78), Europa (70) , China (69) y Corea del Sur (64). Sólo el 33 por ciento de los estadounidenses están de acuerdo en que "el universo empezó con una gran explosión".
Consideremos los resultados de una Encuesta Pew de 2009: el 31 por ciento de los adultos de EE.UU. creen que "los seres humanos y otros seres vivos han existido en su forma actual desde el principio del tiempo" (esto en cuanto a los perros, caballos o el virus de la gripe H1N1). El aspecto más esclarecedor de la encuesta fue la categorización de las respuestas de los niveles de actividad religiosa, lo que sugiere que los más devotos son en promedio menos dispuestos a aceptar la evidencia de la realidad. Los protestantes evangélicos blancos tienen la tasa más alta de rechazo (55 por ciento), seguida de cerca por el grupo de todas las religiones que asisten a los servicios religiosos en promedio al menos una vez a la semana (49 por ciento).
No sé lo que es más peligroso, que las creencias religiosas obliguen a algunas personas a elegir entre el conocimiento y el mito o que sea un tabú señalar que la religión puede apoyar la ignorancia. Hacer eso conlleva el riesgo de ser tachado de intolerante de la religión. El buen Dalai Lama, en un reciente editorial del New York Times, yuxtapuso la afirmación de que "los ateos radicales lanzan amplias condenas a los que tienen creencias religiosas" con su censura de la intolerancia extremista, las acciones asesinas y el odio religioso en el Oriente Medio. Aparte de la distinción entre cuestionar las creencias y decapitar o matar gente con bombas, los ateos "radicales" en cuestión rara vez condenan a los individuos, sino más bien acciones e ideas que merecen ser impugnadas.
Sorprendentemente, la mayor reticencia a hablar a menudo proviene de aquellos que deberían estar más preocupados por el silencio. En mayo pasado asistí a una conferencia sobre ciencia y política pública en la que un representante de la Academia Pontificia de Ciencias del Vaticano dio un discurso de apertura. Cuando le pregunté cómo conciliar sus razonables puntos de vista acerca de la ciencia con las actividades a veces absurdas e injustas de la Iglesia - desde afirmaciones falsas sobre los condones y el SIDA en África a la pedofilia entre el clero - fuí denunciado por un orador tras otro por mi intolerancia.
Los líderes religiosos deben ser responsables por sus ideas. En el estado de Arizona, la Hermana Margaret McBride, una administradora de categoría superior en el Hospital San José de Phoenix, acaba de autorizar un aborto legal para salvar la vida de una madre de cuatro con 27 años de edad, que tenía 11 semanas de embarazo y que sufría de complicaciones graves de hipertensión pulmonar; ella tomó esa decisión tras consultar con la familia de la madre, sus médicos y el comité de ética local. Sin embargo, el obispo de Phoenix, Thomas Olmsted, inmediatamente excomulgó a la hermana Margaret, diciendo: "la vida de la madre no puede ser preferible a la del niño". Normalmente, un hombre que insensiblemente deja morir a una mujer, convirtiendo en huérfanos a sus hijos, se le llamaría un monstruo, y eso no debería cambiar sólo porque se trata de un clérigo.
En la carrera para gobernador de Alabama, un anuncio financiado por el sindicato de maestros estatales atacó al candidato Bradley Byrne porque supuestamente apoyó la enseñanza de la evolución. Byrne, preocupado por su futuro político, sintió la necesidad de negar la acusación.
Mantener a la religión libre de críticas es a la vez injustificado y peligroso. A menos que estemos dispuestos a exponer la irracionalidad religiosa en cuanto surja, fomentaremos las políticas públicas irracionales y promoveremos la ignorancia por sobre la educación para nuestros hijos.