Giordano Bruno
Desde e-Skeptic
Por Bernard Leikind
Traducción: KC
Imaginemos que dios se sienta en la silla del capitán en la sala de control del Universo y lleva un casco de realidad virtual. Los ángeles flotan suavemente de un parpadeo desde un panel de control a otro, ajustando las perillas y mirando las pantallas de los ordenadores. ¿Son PC o Mac? ¿No les gustaría saber?
Dios y su séquito de ángeles están ejecutando una simulación previa a la creación del Universo. Los mandos controlan las propiedades fundamentales del Universo. El tiempo aún no se ha creado por lo que nadie tiene prisa, o tal vez todo está sucediendo a la vez.
De pronto se escucha la voz de dios gritándole a un ángel "¿Qué es lo que te pasa? La velocidad de la luz es demasiado lenta. Pensé que habíamos acordado un valor de 300,000 kilómetros por segundo". Un ángel hace girar una perilla a un nuevo valor y cuidadosamente ajusta el vernier. "Eso está mucho mejor", dice dios mientras se relaja en su silla. "Déjame ver. ¿No habíamos quedado que para lograr mi propósito para el universo, la constante de estructura fina debe ser precisamente 1/137.07? ¿Dónde están mis notas? Sí. Aquí está: 1/137.07, exactamente". Un ángel se desplaza a la sección de campo electromagnético y cuidadosamente ajusta un control hasta que la pantalla muestra este número peculiar. Siguiendo las instrucciones de dios, los ángeles establecen todos los otros números fundamentales. Dios se quita el casco, que le ha mostrado simulaciones del universo-por-ser. "Se ve bien para mí." En un momento conmemorado en playeras para nerds, dios mira a una pizarra que contiene las ecuaciones de Maxwell, y ordena: "Hágase la luz!".
Dios y su séquito de ángeles están ejecutando una simulación previa a la creación del Universo. Los mandos controlan las propiedades fundamentales del Universo. El tiempo aún no se ha creado por lo que nadie tiene prisa, o tal vez todo está sucediendo a la vez.
De pronto se escucha la voz de dios gritándole a un ángel "¿Qué es lo que te pasa? La velocidad de la luz es demasiado lenta. Pensé que habíamos acordado un valor de 300,000 kilómetros por segundo". Un ángel hace girar una perilla a un nuevo valor y cuidadosamente ajusta el vernier. "Eso está mucho mejor", dice dios mientras se relaja en su silla. "Déjame ver. ¿No habíamos quedado que para lograr mi propósito para el universo, la constante de estructura fina debe ser precisamente 1/137.07? ¿Dónde están mis notas? Sí. Aquí está: 1/137.07, exactamente". Un ángel se desplaza a la sección de campo electromagnético y cuidadosamente ajusta un control hasta que la pantalla muestra este número peculiar. Siguiendo las instrucciones de dios, los ángeles establecen todos los otros números fundamentales. Dios se quita el casco, que le ha mostrado simulaciones del universo-por-ser. "Se ve bien para mí." En un momento conmemorado en playeras para nerds, dios mira a una pizarra que contiene las ecuaciones de Maxwell, y ordena: "Hágase la luz!".
De repente aparece un universo diminuto. Expandiéndose a una velocidad vertiginosa, el universo recién nacido se adelgaza y se enfría. Las galaxias se forman y las estrellas parpadean. En torno a una estrella menor en una galaxia promedio un planeta se congela. ¿Se lo imaginan?
Avancemos rápidamente unos cinco mil millones de años. El plan de dios está trabajando. Casi al mismo tiempo en el que la nación más avanzada de la Tierra produce el logro que corona a la humanidad (los arcos dorados, logo de McDonalds) el físico Wolfgang Pauli muere. Un ángel lleva a Pauli hasta el interior del estudio de dios. "Wolfgang", le dice dios: "me gustó tu trabajo sobre el principio de exclusión. Realmente descubriste lo que YO estaba haciendo. Y sobre todo me admira cómo dedujiste la existencia del neutrino. Hice todo lo posible para ocultarlo. Le di apenas algunas propiedades. Te invité a visitarme porque pensé que podrías tener algunas preguntas para mí".
Pauli hace la pregunta que todos los físicos harían, dada la oportunidad: "Siempre me he preguntado ¿por qué la constante de estructura fina es de 1/137.07?"
Pauli hace la pregunta que todos los físicos harían, dada la oportunidad: "Siempre me he preguntado ¿por qué la constante de estructura fina es de 1/137.07?"
"Una buena pregunta". Dios camina a su pizarra y comienza a llenarla con ecuaciones diferenciales y diagramas geométricos. Finalmente termina la prueba y se limpia el polvo de gis de sus manos y bata. Dios vuelve a Pauli y sonríe
"Es una prueba hermosa e inteligente", declara Pauli. "Ciertamente, a la altura de sus estándares usuales. Pero allí, en la tercera línea del fondo, creo que el signo menos debe ser un signo más. Vamos a ver. Eso cambia el resultado a 1 sobre 32 por 42 o 1/144 ".
"¡Me carga la vela!" Dios está consternado. "Me pregunto ¿por qué nadie se dio cuenta de eso antes?" Al llegar al panel de control, dios ajusta la constante de estructura fina a 1/144. "Por lo menos es un número redondo. Eso del 0.07 siempre me molestó".
Pero de repente el universo comienza a cambiar. Las fuerzas electromagnéticas se debilitan, las estrellas se encogen y sus núcleos se calientan. Las altas temperaturas incrementan la tasa de fusión nuclear, calentando las estrellas aún más. Gradualmente se hacen más brillantes. La Tierra, que ya ha cambiado radicalmente al tiempo que las fuerzas químicas se ajustan al nuevo valor, se tuesta rápidamente convirtiéndose en una estéril roca crujiente.
Los físicos saben que muchos números como la constante de estructura fina parecen tener un valor fijado de manera precisa. Incluso el más mínimo cambio en cualquiera de estos números cambiaría el Universo tan radicalmente que la vida tal como la conocemos no podría existir. Si hubiera sólo unos pocos de estos números, o si no tuvieran que estar sintonizados de manera tan precisa, los físicos no estarían tan intrigados. Pero parece que hay muchos de ellos. Aquellos inclinados a buscar el propósito del Universo apuntan a estos muy ajustados números como evidencia de que tiene que haber un plan.
La física cuántica nos enseña que los observadores contribuyen a los resultados de las mediciones que hacen. Puesto que el Universo es un sistema cuántico, algunos físicos distinguidos han argumentado que, en cierto sentido, estamos creando el Universo mediante la observación del mismo.
Estas dos corrientes de pensamiento convergen para producir el principio antrópico; que el Universo existe de alguna manera para nosotros y que somos una expresión de su propósito. Los seres humanos, así lo afirman algunos pensadores, somos tan notables que tenemos que ser el fruto de algún gran diseño. Por supuesto, un mundo que contiene a Geraldo Rivera, el juicio de OJ Simpson, Mozart, Jack el destripador, Rembrandt, la guerra de Bosnia, Newt Gingrich, Shakespeare y Einstein le parece a algunos un manicomio caótico. Los buscadores de la finalidad, como el autor de Job, a menudo proponen que dios debe tener metas inescrutables.
Cegados por intereses parroquiales y suponiendo que lo que les interesa también debe interesarle a dios, los proponentes del principio antrópico están, sin embargo, casi en lo correcto. Suponen que nuestros maravillosos logros en el arte y la ciencia, nuestros vastos números, nuestros grandes cerebros, y nuestros principales efectos sobre la Tierra son la prueba de nuestra importancia. Yo anuncio aquí, para los lectores de Ahuramazdah, el principio verdadero, el Principio Formica-trópico (Ant-thtopic Principle en el original en inglés, nota de K.C.).
Durante la era de los dinosaurios, nuestros antepasados eran pequeñas criaturas insignificantes. Afortunadamente, un asteroide que andaba de paso acabó con la competencia, creando suficiente espacio ecológico para nuestro desarrollo. ¿Pudo ese asteroide haber sido un evento al azar? Piensa en lo cuidadosamente que debe haber estado destinado. ¿Y si hubiera sido un poco demasiado grande y hubiese destruido toda la vida, o demasiado pequeño y demasiados lagartos hubiesen sobrevivido? Puede que te sorprenda saber que durante la era de los dinosaurios, las hormigas eran relativamente insignificantes. Había sólo unas pocas especies primitivas. El asteroide no se estrelló contra la Tierra para permitir la evolución de los primates y los seres humanos, sino para permitir la evolución de las hormigas. ¿Cómo puedo saber esto? Bueno, mira los resultados.
Hay sólo una especie de seres humanos e incluso contando todos los primates, tenemos sólo unas pocas decenas de parientes. Hay al menos 9,000 especies de hormigas y los entomólogos continúan encontrando más. Los entomólogos estiman que puede haber 10 mil billones de hormigas en el mundo, más de un millón de hormigas por cada hombre, mujer y niño. Muchos de ustedes, sin duda, piensan que se han encontrado con sus hormigas personales.
Ahora, un millón de hormigas sólo pesan unos pocos kilogramos, por lo que las sobrepasamos en peso, pero ni una sóla hormiga necesitará liposucción. ¿Queremos reclamar superioridad basada en el tejido adiposo?
Algunos humanos podrían reclamar superioridad sobre la base de nuestros logros, como la agricultura, la sociedad civil, la arquitectura y el arte. No debemos sentirnos tan seguros.
Consideremos la arquitectura y el urbanismo. Hace mucho tiempo que las hormigas lograron cosas que hemos alcanzado apenas recientemente. Sus casas son enfriadas por aire, están bien drenadas, son estructuralmente sanas y limpias. No se queman y no se colapsan en los terremotos. Las calles no necesitan semáforos y no tienen baches. Son seguras para las hembras en la noche.
¿Qué pasa con la agricultura? Algunas hormigas permanecen en la etapa de primitivas cazadoras-recolectoras, pero otras tienen sociedades agrícolas o al menos mantienen jardines altamente especializados. Estas hormigas reúnen hojas como nutrientes para cultivar hongos o setas especializadas. Otras hormigas son pastoras y mantienden pulgones. Los conducen a través de hojas de naranjo, los protegen de los enemigos, y los ordeñan para su alimentación. La agricultura fórmica es totalmente natural, renovable y no contamina el medio ambiente.
No quiero hacer parecer a las hormigas como santas. Atacan los nidos de otras, roban comida, raptan a los bebés, y toman esclavos. Forman enormes ejércitos que marchan a campo traviesa destruyendo todo a su paso. Pero en un análisis final, las buenas notas de las hormigas son muy superiores a notas malas.
¿Los humanos crean el Universo al observarlo? Tal vez las hormigas hagan ese trabajo. Se sabe que navegan basándose en el sol y que pueden usar la luz polarizada para localizarlo en el cielo.
Las hormigas se comunican por el sabor. Envían substancias químicas de ida y vuelta para reconocer a compañeros de nido o intrusos, expresar sus sentimientos, y guiar a sus hermanas hacia la comida. Las hormigas rocían sustancias químicas nocivas en sus enemigos.
Las hormigas tienen muchos otros intereses con los seres humanos. A algunas les gusta salir a comer en las comidas campestres y restaurantes, mientras que otras prefieren anidar en casa.
Las hormigas han logrado organizaciones sociales notables mediante la asignación de cada individuo para tareas en las que sea más habilidoso. Los machos comen y hacen el amor. Las hembras llevan todo el espectáculo y hacen todo el trabajo. Tal vez por eso las cosas funcionan tan bien en el mundo de las hormigas.
A todos nosotros nos gustaría saber el significado de la vida. En Las sirenas de Titán de Kurt Vonnegut, una lejana civilización galáctica crea a la humanidad para que una de sus naves espaciales de repuesto pueda llegar a Titán, una luna de Saturno. En la Guía del viajero intergaláctico (The Hitchhiker's Guide to the Galaxy en inglés), la respuesta fundamental a la pregunta es 42. ¿Por qué exigir que nuestra existencia tenga un significado cósmico? ¿Qué pasa si las hormigas son la respuesta? ¿Vamos a caer en la desesperación y el nihilismo? ¿O debemos encontrar nuestro propio propósito? La posibilidad de crear nuestros propios propósitos es lo que nos diferencia de las demás criaturas. Y es por nuestras elecciones que nuestros pares y los descendientes de las hormigas nos juzgarán.
*Reprinted with permission from the copyright holder the Skeptics Society and Skeptic magazine, www.skeptic.com