Henry-Louis Mencken
Esta media parte de la entrada original se coloca entre la anterior del mismo tema y la que vendrá (la Parte 2) debido a dos sucesos. Uno es la masacre de Oslo y el otro es la publicación de este breve ensayo de Michael Shermer publicado en Scientific American, replicado en Skeptic y traducido aquí para la fiel audiencia. Así que sin más ni más, aquí el ensayo titulado "El cerebro creyente" (The Believing Brain).
¿Por qué la ciencia es la única manera de salir de la trampa del realismo dependiente de las creencias?
¿El presidente Barack Obama nació en Hawaii? Encuentro esta pregunta tan absurda, por no hablar de posiblemente racista en su motivación, que cuando me enfrento a los "birthers" que creen lo contrario, me parece todavía difícil centrarme aún en sus argumentos acerca de la diferencia entre un certificado de nacimiento y un certificado de de nacidos vivos (ver discusión y origen de esta controversia en Wikipedia, nota de KC). La razón es porque una vez que se formó una opinión sobre el tema, se convirtió en una creencia, objeto de una serie de sesgos cognitivos para asegurar su verosimilitud. ¿Estoy siendo irracional? Es posible. De hecho, así es como la mayoría de los sistemas de creencias funcionana para la mayoría de nosotros la mayor parte del tiempo.
Formamos nuestras creencias para una variedad de razones subjetivas, emocionales y psicológicos en el contexto de los entornos creados por la familia, amigos, compañeros de trabajo, la cultura y la sociedad en general. Después de la formación de nuestras creencias, a continuación, defendemos, justificamos y racionalizamos con una serie de razonamientos intelectuales, argumentos convincentes y explicaciones racionales. Las creencias son lo primero, las explicaciones de las creencias son después. En mi nuevo libro El Cerebro Creeyente (Holt, 2011), llamo a este proceso, en la cual nuestras percepciones acerca de la realidad dependen de las creencias que tenemos sobre él, realismo dependiente de las creencias. La realidad existe independientemente de la mente humana, pero nuestra comprensión de ella depende de las creencias que tenemos en un momento dado.
Elaboré un patrón del realismo dependiente de las creencias frente al realismo en función del modelo, presentado por los físicos Stephen Hawking y Leonard Mlodinow en su libro El Gran Diseño (Bantam Books, 2011). En el libro ellos argumentan que porque no hay un modelo adecuado para explicar la realidad, "no se puede decir que uno es más real que el otro." Cuando estos modelos se acoplan a las teorías, forman visiones completas del mundo.
Una vez que formamos creencias y compromisos con ellas, las mantenemos y reforzamos a través de una serie de poderosos sesgos cognitivos que distorsionan nuestras percepciones para adaptarlas a los conceptos de creencias. Entre ellos se encuentran:
SESGO DE ANCLAJE: confiar demasiado en el anclaje de una referencia o pieza de información para tomar decisiones.
SESGO DE AUTORIDAD: valorar las opiniones de una autoridad, sobre todo en la evaluación de algo de lo que que sabemos muy poco.
SESGO DE CREENCIA: evaluar la fuerza de un argumento basado en la credibilidad de su conclusión.
SESGO DE CONFIRMACIÓN: buscar y encontrar evidencias confirmantes en apoyo de las creencias ya existentes e ignorando o reinterpretando evidencias refutatorias.
En la parte superior de todos estos sesgos, está el sesgo de grupo, en el que damos más valor a las creencias de aquellos a los que percibimos como los miembros de nuestro grupo, y menos en las creencias de los miembros de grupos diferentes. Este es el resultado de nuestro cerebro tribal evolucionado que nos lleva no sólo a otro juicio de valor sobre tales creencias, sino también para demonizar y despedir como sin sentido o mal, o ambas cosas.
El realismo que depende de las creencias es impulsado aún más por un meta sesgo llamado sesgo de punto ciego, o la tendencia a reconocer el poder de los sesgos cognitivos de otras personas, pero cerrar los ojos a su influencia en nuestras propias creencias. Incluso los científicos no son inmunes a este sesgo, y están sujetos al sesgo del experimentador, las expectativas, o la tendencia de los observadores de observar, seleccionar y publicar los datos que van de acuerdo con sus expectativas para el resultado de un experimento y no hacer caso, descartar o no creer los datos que no lo están.
Esta dependencia de las creencias y su multitud de sesgos psicológicos es por lo que, en la ciencia, hemos incorporado la maquinaria de la auto-corrección. Controles estrictos de doble ciego son necesarios, en los que ni los sujetos ni los experimentadores conocen las condiciones durante la recolección de datos. La colaboración con los colegas es vital. Los resultados son examinados en conferencias y revistas. La investigación se replica en otros laboratorios. Evidenacias refutatorias e interpretaciones contradictorias de los datos se incluyen en el análisis. Si no buscas datos y argumentos en contra de tu teoría, alguien más lo hará, por lo general con gran alegría y en un foro público. Por esta razón, el escepticismo es una condición sine qua non de la ciencia, la única salida que tenemos para la trampa del realismo dependiente de las creencias, creada por nuestro cerebro creyente.
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