miércoles, 19 de mayo de 2010

El odioso síndrome del Cangrejo Nacional

Cuando tú quieres una cosa, y te esfuerzas por ello, todo el país conspira para que no logres tu deseo.


Paulo Coelho (si hubiera sido mexicano).



La cita anterior es sólo una chorreada tomada de un sitio que se llama la Inciclopedia, en su entrada sobre el Cangrejismo (http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Cangrejismo). Pero la entrada de Ahuramazdah no tiene la intención de ser tan jocosa como la de la Inciclopedia. Al menos se intentará poner la infame historia del Cangrejo Nacional en una perspectiva que nos sirva NO para justificar nuestros fracasos (como se afirma en esta Inciclopedia), sino para tratar de evitar caer en ese estúpido juego de la envidia paralizante. Pero no aseguro nada respecto al humor contenido.


Escribo también esta entrada para dar salida a una inquietud que se ventiló en los comentarios de la entrada de la Desaparición del Jefe Diego en Ahuramazdah plataforma Wordpress. Y la inquietud de los comentarios a esa entrada era saber la opinión de su seguro servidor sobre las razones por las que consideré que el Jefe Diego es una persona exitosa.


Así que pasemos al infame cuento de los cangrejos. De acuerdo con el referido sitio del cangrejismo la historia va así:


En una pescadería había un señor vendiendo cangrejos vivos en una cubeta. Había 3 cubetas, con cangrejos americanos, cangrejos japoneses y cangrejos mexicanos. De las 3 cubetas, solo la de los cangrejos mexicanos estaba sin tapadera. El vendedor explicaba que si no tapaba a los cangrejos americanos, uno de ellos empezaba a escalar hasta que por esfuerzo propio saltaría de la canasta y se escaparía.


Con los cangrejos japoneses era similar, cuando uno se quería escapar, empezaba a apoyarse en los demás, y éstos lo irían empujándo hacia arriba apoyados en otros y así sucesivamente, de tal manera que se forma una pirámide hasta el borde y entonces el cangrejo se escaparía.


Los cangrejos mexicanos, en cambio, cuando uno está tratando de sobresalir, entre todos los demás se encargan de jalarlo para abajo. Así ninguno acaba por salir del cesto.


Palabras más, palabras menos esa es la infame historia. Cuando la oí por primera vez, si bien me causó gracia, la verdad es que me sentí aludido. Y es que en una temporada de mi vida (entre los 25 y los 35 años de edad aproximadamente), me dediqué a ser una especie de iconoclasta por deporte. No podía ver a alguien encumbrado porque le hacía objeto de mis críticas, de mis comentarios ácidos y del escarnio público. Le exhibía en sus errores y fallas, y lo hacía ver mal ante sus seguidores.


Entonces, cuando oí la infame historia, me sentí como esos cangrejos que no soportaban ver a uno de los suyos estar en una mejor posición. Lo reflexioné bastante y aunque me costaba trabajo cambiar ese modo iconoclástico desarrollado a pulso, comprendí que era mejor apoyar a otros (sin importar si estaban arriba, abajo o a mi nivel) para que lograran sus objetivos. Y aunque ya había entendido el mensaje de la historia y comenzaba a apoyar a mis compañeros de trabajo para que ascendiesen en puestos, en conocimientos, en potencialidades, llegó el momento en que mi pasado iconoclástico me cobró la factura. Cuando quise ascender en un puesto dentro de mi organización, hubo suficiente oposición como para impedir el ascenso.


No puedo culpar a esos que impidieron mi ascenso. Yo había causado mi propia desgracia con mi iconoclastia. Pero no me frustré, sino que seguí en mi tarea de apoyar a otros en sus intentos por mejorar.


Pero eso no impidió que siguiese siendo crítico y combativo en mis posturas, simplemente que la motivación ya no era "jalar al cangrejo encumbrado", sólo por estar encumbrado. En última instancia habría que aumentar y mejorar la objetividad de mis críticas y mejorar el enfoque tratando de llegar a las causas y no sólo a los efectos.


En pocas palabras, he preferido usar el Argumentum ad Cancerum más como contra ejemplo, que para justificar mis fracasos o el de los mexicanos. Es decir, no en el sentido del artículo de Inciclopedia, sino en el sentido de exhibir la falta de cohesión entre mexicanos, el exceso de desconfianza entre mexicanos y en el sentido de ir contra la corriente de moda (culpar a otros de lo que nos pasa, en especial a los encumbrados, a los políticos, a los gobernantes, etc.).


En cuanto refiere al origen de lo que nos pasa como sociedad mexicana, más que culpa prefiero llamarle causa. Y me explico. Si estamos convencidos de que somos causantes de lo que nos pasa, bueno o malo, también seremos capaces de modificar lo que somos y lo que hacemos para tener un mejor control de las causas.


Todo lo anterior es una especie de preámbulo para entrarle a la disección de algunas opiniones y comentarios en torno a la entrada citada. Para empezar, hubo algunos comentarios en el sentido de cuestionar el hecho de que haya catalogado a Diego Fernández de Cevallos como exitoso. Uno de esos comentarios decía:


¿Qué entiende el reportero por éxito?


Bueno, no soy reportero, pero se refería a que no aclaré ese punto. Lo que dije fue "...no se le perdona que (el Jefe Diego) sea exitoso, que sea bueno en lo que hace". Y ahora hago más amplio el comentario. Considero exitoso a Diego Fernández de Cevallos porque llegó a ser candidato a la presidencia de la república, en un tiempo en el que la oposición a la hegemonía priísta ansiaba tener candidatos de calidad. Diego fue un candidato digno en las elecciones de 1994.


Posteriormente ocupó curules tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores. Sus habilidades como litigante hicieron que algunos juicios de particulares en contra del gobierno fuesen ganados. Mucho se criticó en su tiempo que hubiese hecho uso de sus conexiones políticas con el salinismo para lograr acuerdos políticos. Incluso se le criticó por haber obtenido pingües ganancias mediante la adquisición y posterior venta de terrenos en Punta Diamante, Guerrero.


¿Abusó del poder que tuvo Fernández de Cevallos para enriquecerse? Quizás sí, pero eso lo hubiese hecho casi cualquier mexicano en esa posición y con esas oportunidades. ¿Es eso motivo para regocijarnos con su desaparición? Eso lo dudo, porque finalmente nadie merece ser privado de su libertad con violencia y sin un juicio de por medio. Pero entonces ¿Por qué tanto encono en algunos de los comentarios a la entrada referida? ¿Por qué el juicio popular tiene algunas señales de resentimiento en su contra?


Considero que varias razones por las que los mexicanos desconfiamos de nuestros políticos y con frecuencia les tachamos de corruptos, rateros, abusivos, etc. Esas razones pueden ser:


  1. Conocemos a nuestros políticos porque en el fondo nos conocemos a nosotros mismos. Sabemos que la corrupción no es sólo exclusiva de esta élite de mexicanos.
  2. Sabemos que no somos una sociedad que fomente el valor de la honradez y de la honestidad en forma generalizada. Por lo mismo sabemos que nuestros representantes tienen deficiencias en esos dos valores ¿Alguien recuerda haber oído la infame frase "el que no tranza, no avanza"? ¿O esta otra que dice "Dios mío, no te pido que me des, sólo te pido que me pongas donde haya"?
  3. Hemos tenido el sesgo de confirmación en cuestiones políticas, y hemos creído que lo que se dice en los noticieros (de TV y radio) o en los periódicos acerca de los políticos es la verdad absoluta, en especial si se critica a los políticos de los partidos contrarios al de nuestra simpatía.
  4. Hemos visto algunos videos que exhiben a políticos (como los casos de Bejarano y del Niño Verde) en plenas acciones de corrupción.
  5. Hemos sido bombardeados con el mensaje de que "los que tienen más dinero que tú es porque lo han obtenido en forma ilícita" 1.
Esta lista no está referida a enlaces externos y sólo representa la opinión personal del autor. Es una colección de razones por las cuales considero que a los mexicanos nos cuesta mucho confiar en nuestros políticos. Representan un diagnóstico personal del círculo vicioso de la corrupción: Si mi representante es corrupto ¿por qué razon debo yo ser honesto?


No puedo afirmar que todos los políticos "son corruptos y rateros", como tampoco puedo afirmar que "todos los políticos son decentes y honrados". Lo que deseo hacer es puntualizar las causas de la desconfianza generalizada, desde mi punto de vista, para hacer un esfuerzo y avanzar en eliminar esas causas de desconfianza, para substituirlas por causas de confianza, de sana colaboración entre mexicanos, dentro de un círculo virtuoso: "Confío en mi representante porque sé que proviene de una sociedad que fomenta la honradez, la honestidad, el trabajo duro, el apoyo entre mexicanos".


No todo está perdido. Sé que hay mexicanos empeñados en sembrar mensajes positivos, de fomento a la honradez y la honestidad. Me gustan los mensajes que vienen en los DVD que uno compra o renta, que desvirtúan la piratería. Me gustan los mensajes conocidos como "cineminutos" elaborados por la Secretaría de la Función Pública. Me gusta que en los noticieros en TV se presenten casos de gente que encuentra carteras, cheques o bolsas con dinero y que tienen el valor de devolver lo que encontraron.


Lo que falta aún es que esta ola de nueva ética a la mexicana se divulgue, se difunda y se practique en todos los ámbitos. Sé que no es fácil, sé que aún existe mucha gente que no se beneficiaría si se acabase la corrupción. Pero las nuevas generaciones no tienen por qué seguir con este círculo vicioso. Es importante guiar a los jovenes en esta línea con un mejor ejemplo y con mejores valores.



Notas


1 Este mensaje no ha sido directo, sino que se ha difundido a través de variantes lúdicas sobre la idioscincracia del mexicano. Por ejemplo, se ha fomentado que es que es más valioso ser jodido que exitoso en el inconsciente nacional, a través del cine, de la TV, y de otros medios. Se ha fomentado la simpatía hacia caracterizaciones (no personas) como las de Cantinflas, o las de Pepe el Toro, o bien como las del macho mujeriego, borracho e irresponsable (todo esto en el siglo pasado).

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchos año ha que conoci a un joven entusiasta y emprendedor en su trabajo, con mucha iniciativa, Trabajaba esta persona como promotor de ventas de una enorme empresa de mi ciudad llamada J. M. Romo, donde fabricaban muebles de oficina.

Era el mejor empleado en su ramo, siempre obtenia las mejores ventas, contagiaba a los compañeros de su entusiasmo.

De repente, un dia lo mando llamar a su oficina el dueño de le empresa, el creyo (segun lo comento despues), era para ascenderlo o mejorarle el sueldo, pero se encontro con que lo corrieron.

El motivo?, el dueño de la empresa lo vio como un potencial peligro por las ambiciones del empleado de querer ser el mejor.

Trato de buscar empleo en empresa del mismo ramo, pero el boicot de su exjefe lo seguia por doquier y nadie lo ocupo.

Al fin convencido de que nadie lo ocuparia consiguio un prestamp bancario e inicio un pequeño negocio familiar con el cual susbsiste sin problemas hasta la fecha.

Conclusion: Los pinches huevones y lameculos en cualquier ambito laboral son los que conservan su trabajo hasta el dia en que se jubilan o se las lleva la chingada sin haber dejado nada positivo detras de si.



Sergio

Pablogger dijo...

Interesante anécdota Sergio, que confirma que el infaqme síndrome es real.

Saludos

KC

Antonio dijo...

"Me gustan los mensajes que vienen en los DVD que uno compra o renta, que desvirtúan la piratería"

Si te refieres al del 10 pirata o al del currículum pirata déjame decirte que a mí me motivan a rentar películas piratas. Ese tipo de publicidad demuestra lo poco y mal que conocen los comercializadores a su público. El mensaje se limita a decir "No consumas piratería porque está mal" sin explicar por que está mal. La percepción en el consumidor es que está mal porque lo prohibe la ley, y que lo prohibe la ley porque evita que alguna empresa haga negocio (a favor de los comerciantes informales). Pero al consumidor lo último que le importa es quien hace negocio y quien no, y en igualdad de circunstancias la disyuntiva está entre quien le ofrece mejor trato y precio. Eso es libre mercado. Lo demás es pragmatismo plañidero del tipo "no puedo hacer negocios porque los consumidores se portan mal".

Si en lugar de hacer sentir al (potencial) consumidor de piratería como un delincuente malvado violador de leyes arbitrarias, respetaran la inteligencia de los clientes (no potenciales, porque el que va al cine o compra un dvd está de hecho del lado del productor), basarían su publicidad en una positiva explicación de las razones por las que está mal consumir piratería, y las consecuencias de hacerlo: si disfrutas del cine y de la creación artística y literaria, demuéstralo con algo más que palabras bonitas, toma en cuenta que la creatividad de esos productores, creadores y artistas necesita de recursos para seguir produciendo, recursos que tú le niegas cuando consumes copias piratas, y esa es la razón por la que ese acto está sancionado por la ley (o algo así, que no soy Alazraky).

Un Abrazo.

Pablogger dijo...

Para Antonio.

Buena sugerencia la tuya. Aunque no seas Alazraki se entendió muy bien.

¿Que hacemos con esa propuesta?

Saludos

KC

Malafacha dijo...

México podría ser el primer país en que sea obligatorio profesar una religión

http://www.wradio.com.mx/nota.aspx?id=1268274

Recientes ciudadanos de Higadolandia