viernes, 28 de marzo de 2008

Temor a la ciencia, complacencia con el dogmatismo

La imagen de un científico loco no deja de ser un chiste desafortunado, muy desafortunado para la ciencia . La literatura ligera y la no tan ligera, así como el cine y muchos otros medios masivos de comunicación (internet incluida) se han encargado de fabricar el estereotipo del investigador malvado que no tiene ética en sus métodos y que siente una compulsión por obtener resultados a toda costa. Wikipedia da una muy atinada descripción:

Los científicos locos generalmente se caracterizan por tener un comportamiento obsesivo y por el empleo de métodos extremadamente peligrosos o muy pocos ortodoxos. A menudo están motivados por la venganza, en la tentativa de vengarse de las mofas y burlas, reales o imaginarias, como consecuencia de sus investigaciones extrañas y no ortodoxas.


Sus laboratorios a menudo hierven de bobinas de Tesla, generadores de Van de Graaff, generadores de movimiento perpetuo y otros extraños mecanismos electrónicos del aspecto extravagante, o llenos de probetas y complicados aparatos de destilación, que contienen extraños líquidos de colores cuya utilidad se desconoce.

Incluso, el difunto Carl Sagan en su brillante libro "El Mundo y sus Demonios" acepta que el promedio de la población tiene del concepto del científico es no muy exacto:


Hay una ra­zón por la que la gente se pone nerviosa ante la ciencia y la tecno­logía. De modo que el mundo vive obcecado con la imagen del científico loco: desde los chiflados de bata blanca de los programas infantiles del sábado por la mañana y la plétora de tratos faustianos de la cultura popular, desde el epónimo doctor Fausto en persona al Dr. Frankenstein, Dr. Strangelove y Jurassic Park.

Lo malo de esta lúdica descripción es que hay gente que cree que así es el científico promedio. O bien piensan que los resultados de la ciencia son igualmente extraños y atemorizantes. O bien quieren hacer creer eso a la justicia para obtener fortuna y notoriedad.

Este parece ser el caso de un grupo de personas, encabezadas por Walter Wagner (un ex oficial de seguridad nuclear) y Luis Sancho (un crítico de las medidas de seguridad en instalaciones de altas energías), quienes han centrado sus preocupaciones en los posibles resultados del Gran Colisionador de Hadrones (Large Hadron Collider, LHC).


El pasado viernes presentaron una demanda en la Corte del Distrito de Hawaii contra el Departamento de Energía, el Fermilab, la Fundación Nacional de Ciencia y el CERN, con el objeto de detener los preparativos para el arranque del LHC mientras sus medidas de seguridad son revisadas.

Los constructores de este colisionador, el más grande construido hasta ahora, fueron demandados sobre la base del temor de que el experimento pueda crear hambrientos hoyos negros que se traguen el planeta o que se produzcan cadenas de materia nunca antes vista que lo destruyan por completo.

Dos representantes del Fermilab en Illinois y en el laboratorio europeo CERN, quienes son defensores en este caso han declarado que no hay oportunidad alguna de que el LHC pueda causar tales catástrofes cósmicas. Sin embargo han optado por defenderse a sí mismos tanto en la corte como ante la opinión pública.

El colisionador iniciaría operaciones en las instalaciones del CERN localizadas en la frontera entre Francia y Suiza. Se espera que resuelva algunas de las más profundas preguntas de la ciencia. ¿Son correctos o incorrectos los fundamentos de la física moderna? ¿Qué existió en el primer instante de la vida del universo? ¿Por qué algunas partículas tienen masa mientras que otras no la tienen? ¿Cuál es la naturaleza de la materia oscura? ¿Hay más dimensiones espaciales rondando por ahí que no hemos detectado?

Algunas personas fuera de la corriente científica principal han planteado preguntas mucho más oscuras de igual forma: ¿Podría el colisionador crear mini hoyos negros que duraran lo suficiente y que fuesen lo suficientemente grandes como para convertirse en una vorágine traga materia? ¿Podrían crearse partículas exóticas como los monopolos magnéticos que azoten a los núcleos en forma frenética? ¿Podrían los cuarks recombinarse para formar "extrañetos" que convirtiesen a la tierra en un tiradero de materia exótica?



Los abogados de la defensa se enfocarán más en los aspectos procedurales y regulatorios del caso que en las preocupaciones sobre posibles catástrofes cósmicas. Estas preocupaciones han estado rondando por años y muchos físicos se han enganchado a ellas para explicar sus posibilidades e imposibilidades. Los escenarios del día del juicio final, expresados por Sancho y Wagner los expondré en mi siguiente entrada, pero pueden consultarse en el sitio en el que han subido toda la argumentación de la demanda: http://www.lhcconcerns.com/

El asunto es que este tipo de temores, infundados en su mayor parte, al menos tienen ciertas bases científicas para encontrar eco en las cortes, aunque hacen que aumente la fama del estigma de la locura científica. Existen también otros temores basados en dogmas de fe que hacen que la gente incluso atente contra su propia salud y hasta contra su vida.

Me refiero al reciente caso en el que 50 personas en la India casi quedan ciegas por tratar de ver la imagen de la virgen María en el disco solar. Esto pudo pasar debido a un rumor sobre la aparición de la virgen en el sol, que haría que se perdonasen los pecados de los creyentes.

¿Qué hace que la gente tema a la ciencia pero se olvide de cuidar su propia vida y salud? ¿Acaso temor del castigo divino?

Aun me lo pregunto, aunque la sospecha es cada vez más comprobada: exceso de dogmatismo, falta de escepticismo y rampante principio de autoridad irracional. Y a veces intereses oscuros que acechan a la ciencia y sus evidentes logros, haciendo creer a la gente que en verdad los científicos son como el estereotipo ilustrado en la imagen inicial.


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