¿Por qué razón somos intolerantes? ¿Que nos hace tomarla contra los que son diferentes a nosotros? ¿Realmente hay tanta diferencia entre nosotros a tal grado que somos capaces de destruir lo que no es igual o parecido a nosotros, a nuestra forma de pensar, a nuestras creencias?
Bueno, al parecer las diferencias más grandes se encuentran en el ojo del observador, a juzgar por los últimos acontecimientos en Querétaro. Me refiero a los atentados violentos contra un grupo de jóvenes que se autodenominan "emos". ¿Que tan diferentes son los emos? su apariencia, en efecto, no es ortodoxa, como se puede ver en algunos sitios.
Pero esto no es nuevo. En la década de 1960 tampoco fue ortodoxa la apariencia hippie, o antes la apariencia Zoot Suit (Pachuco) en la década de 1940. O sea, la historia se repite... con la misma violencia con la que fueron reprimidos los hippies en sus manifestaciones por el fin de la guerra en Vietnam, o los Zoot Suits por su rebeldía para enrolarse en el ejército Americano en la Segunda Guerra Mundial.
Actualmente no hay una guerra mundial. Pero queremos una, quizás. Una en la que el enemigo es el que usa turbante, el que tiene otra religión, el que tiene otra apariencia. Aparentemente nos gusta el sufrimiento que proporciona el terror de una guerra, de sus muertos, de sus horrores. Ahora queremos la guerra de la intolerancia.
En el pasado remoto de la humanidad, de acuerdo con el registro fósil y de otras evidencias, se puede decir que la principal amenaza para la supervivencia era el acoso de otros animales más fuertes y mejor dotados para la cacería que nosotros.
Aprendimos a temer a las grandes bestias ya que éramos presa fácil de muchos de ellos. No somos suficientemente rápidos para huir, ni suficientemente ágiles para trepar por un árbol, ni suficientemente fuertes para ofrecer una respuesta directa a sus ataques, ni suficientemente protegidos para guarecernos en nuestras defensas naturales. Sólo teníamos un cerebro un poco más desarrollado, capaz de idear armas de defensa y ataque, capaz de diseñar trampas y disfraces, capaz de transmitir conocimiento a la descendencia, capaz de crear vínculos sociales para proteger a la incipiente especie, capaz de desarrollar emociones y pensamientos ligados entre sí.
Así pasamos varios millones de años, a merced de los depredadores, y tratando de ingeniar soluciones creativas para sortear esos peligros. Las maneras para resolver los problemas de la supervivencia se quedaron grabadas en nuestra genética y en nuestros cerebros. Al menos eso es lo que nos dice Carl Sagan en su obra "Dragones del edén", y es confirmada por Daniel Goleman en "Inteligencia Social":
Tenemos una gran capacidad para idear tantas cosas que en nuestros días inventamos problemas, conflictos y enemigos falsos. Vemos con tanta facilidad las diferencias en los demás (incluyendo muchas especies animales) que nos sentimos amenazados por estas realmente sutiles diferencias. Y nos sentimos bien (de manera ficticia) cuando hacemos algo por acabar con ellos aunque sea de manera virtual.
Para mí, eso explica el por qué podemos ser tan intolerantes actualmente. Entiendo que la intolerancia a las hienas gigantes tuviese una base de supervivencia... quizás hace dos millones de años. Entiendo que la intolerancia a la tribu vecina tuviese una base de supervivencia... hace unos 50 mil años. Entiendo que la intolerancia a una diferencia de religión tuviese una base de supervivencia... hace unos dos mil años.
Pero hoy ya no es necesaria tanta intolerancia. No es necesaria y hasta resulta uno de los peores defectos de los humanos.
Podemos vivir y sobrevivir entre nosotros como raza humana, y entre los demás especies animales y vegetales, si somos conscientes de que podemos usar nuestra capacidad cerebral sobrada para:
Pero esto no es nuevo. En la década de 1960 tampoco fue ortodoxa la apariencia hippie, o antes la apariencia Zoot Suit (Pachuco) en la década de 1940. O sea, la historia se repite... con la misma violencia con la que fueron reprimidos los hippies en sus manifestaciones por el fin de la guerra en Vietnam, o los Zoot Suits por su rebeldía para enrolarse en el ejército Americano en la Segunda Guerra Mundial.
Actualmente no hay una guerra mundial. Pero queremos una, quizás. Una en la que el enemigo es el que usa turbante, el que tiene otra religión, el que tiene otra apariencia. Aparentemente nos gusta el sufrimiento que proporciona el terror de una guerra, de sus muertos, de sus horrores. Ahora queremos la guerra de la intolerancia.
En el pasado remoto de la humanidad, de acuerdo con el registro fósil y de otras evidencias, se puede decir que la principal amenaza para la supervivencia era el acoso de otros animales más fuertes y mejor dotados para la cacería que nosotros.
Aprendimos a temer a las grandes bestias ya que éramos presa fácil de muchos de ellos. No somos suficientemente rápidos para huir, ni suficientemente ágiles para trepar por un árbol, ni suficientemente fuertes para ofrecer una respuesta directa a sus ataques, ni suficientemente protegidos para guarecernos en nuestras defensas naturales. Sólo teníamos un cerebro un poco más desarrollado, capaz de idear armas de defensa y ataque, capaz de diseñar trampas y disfraces, capaz de transmitir conocimiento a la descendencia, capaz de crear vínculos sociales para proteger a la incipiente especie, capaz de desarrollar emociones y pensamientos ligados entre sí.
Así pasamos varios millones de años, a merced de los depredadores, y tratando de ingeniar soluciones creativas para sortear esos peligros. Las maneras para resolver los problemas de la supervivencia se quedaron grabadas en nuestra genética y en nuestros cerebros. Al menos eso es lo que nos dice Carl Sagan en su obra "Dragones del edén", y es confirmada por Daniel Goleman en "Inteligencia Social":
La neocorteza (del cerebro) del Homo Sapiens, mucho más grande que en ninguna otra especie, ha añadido todo lo que es definitivamente humano. En la evolución, la neocorteza permitió una juiciosa afinación... que ha creado enormes ventajas en la capacidad de un organismo para sobrevivir en la adversidad, haciendo más probable que su progenie transmitiera a su vez los genes que contienen ese mismo circuito nervioso.El problema es que en la actualidad ya no necesitamos tanta capacidad cerebral para defendernos de las amenazas. Es decir, la mayor parte de las amenazas actuales ya no ponen en riesgo nuestra vida, y mucho menos atentan contra la supervivencia de la especie humana, aunque haya gente que aun desea sembrar el terror en nuestros inconscientes (pero de seguro con fines nada altruistas).
Tenemos una gran capacidad para idear tantas cosas que en nuestros días inventamos problemas, conflictos y enemigos falsos. Vemos con tanta facilidad las diferencias en los demás (incluyendo muchas especies animales) que nos sentimos amenazados por estas realmente sutiles diferencias. Y nos sentimos bien (de manera ficticia) cuando hacemos algo por acabar con ellos aunque sea de manera virtual.
Para mí, eso explica el por qué podemos ser tan intolerantes actualmente. Entiendo que la intolerancia a las hienas gigantes tuviese una base de supervivencia... quizás hace dos millones de años. Entiendo que la intolerancia a la tribu vecina tuviese una base de supervivencia... hace unos 50 mil años. Entiendo que la intolerancia a una diferencia de religión tuviese una base de supervivencia... hace unos dos mil años.
Pero hoy ya no es necesaria tanta intolerancia. No es necesaria y hasta resulta uno de los peores defectos de los humanos.
Podemos vivir y sobrevivir entre nosotros como raza humana, y entre los demás especies animales y vegetales, si somos conscientes de que podemos usar nuestra capacidad cerebral sobrada para:
- Adaptarnos a los rápidos cambios sociales y tecnológicos.
- Adaptarnos a las cambiantes condiciones sociales.
- Convencernos de que no es necesario seguir siendo tan intolerantes para sobrevivir a estos cambios.
- Convencernos que la mayor parte de las diferencias que observamos no hacen enemigos de los demás.
1 comentario:
Hola Keith.
Es cierto la intolerancia es un rasgo que el ser humano ha mostrado a lo largo de su existencia. Quizás en el pasado pudo tener utilidad; pero en este mundo globalizado estamos en contacto más estrecho con diferentes filosofías ante la vida, y el mero hecho de que sean diferentes a las nuestras no las hace malas (aunque todo se tiene que evaluar) o inferiores.
No solo planteas una explicación razonable, sino que también propones mejores formas (y muy buenas) de utilizar nuestra capacidad cerebral.
Felicidades por su blog, además de ser interesante han escrito una buena cantidad de entradas (y por lo tanto de ideas) en poco tiempo.
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