viernes, 4 de febrero de 2011

El consejo de Houdini

No salte a la conclusión de que ciertas cosas que usted ve son necesariamente "sobrenaturales", o la obra de "espíritus", sólo porque no se pueden explicar.


Harry Houdini


Desde Scientific American
Por Michael Shermer
Traducción: KC



Sir Arthur Conan Doyle fue el genial autor de las historias de Sherlock Holmes, detective muy popular, que celebró el triunfo de la razón y la lógica sobre la superstición y pensamiento mágico. Por desgracia, el médico escocés convertido en escritor no aplicaba las habilidades cognitivas de su creación, cuando se enfrentó al florecimiento del espiritismo de principios de 1900: se deslumbró por el burdo engaño de de las fotografías de Hadas de Cottingley y asistió regularmente a las sesiones de espiritismo para ponerse en contacto con miembros de su familia que habían muerto en la Primera Guerra Mundial, especialmente con su hijo Kingsley. Quizás justamente, la fama de Conan Doyle le llevó a la tener contacto con el mayor mago de su época, Harry Houdini, quien con mucho gusto no creía en falsificaciones.


En la primavera de 1922 Conan Doyle visitó Houdini en su casa de Nueva York, en la  que el mago se dispuso a demostrar que la escritura de pizarra, un método favorito de los mediums para la recepción de mensajes de los muertos, quienes supuestamente podían mover un pedazo de tiza en una pizarra, podría hacerse por medios perfectamente prosaicos. Houdini le pidió a Conan Doyle que colgara una pizarra en cualquier lugar de la sala para que estuviese libre de oscilar en el espacio. Presentó al autor cuatro bolas de corcho, para pedirle que elijiese una y la abriera para comprobar que no había sido alterada. A continuación, hizo que Conan Doyle recogiera otra bola y la metiera en un frasco de tinta blanca. Una vez remojada, Houdini pidió a su visitante salir a la calle en cualquier dirección, tomar un pedazo de papel y lápiz, escribir una pregunta o una oración, ponerla en el bolsillo y volver a la casa. Conan Doyle cumplido, garabateó "Mene, Mene, Tekel, Upharsin," un acertijo del libro de la Biblia de Daniel, que significa, "Se ha contado y contado, pesado y dividido."


Qué apropiado, pues lo que pasó después desafió la explicación, al menos en la mente de Conan Doyle. Houdini le hizo recoger el corcho empapado de tinta en una cuchara y colocarlo enfrente de la pizarra, donde momentáneamente quedo inmóvil antes de rodar lentamente en la superficie, deletreando "M", "e", "n", "e", y así sucesivamente hasta que toda la frase se escribió, momento en el que el corcho cayó al suelo. Según William Kalush y Larry Sloman en su biografía de 2006 La Vida Secreta de Houdini (Atria Books), el Místico Maestro a continuación dió a Conan Doyle una lección que él - y por implicación cualquiera impresionado por esos misterios - necesitaba escuchar:


Sir Arthur, he dedicado mucho tiempo y mente a esta ilusión.. No voy a decirle cómo se hizo, pero le puedo asegurar que era un absoluto engaño. Lo hice por medios perfectamente normales. Lo ideé para mostrar lo que se puede hacer en este sentido. Ahora, se lo ruego, Sir Arthur, no salte a la conclusión de que ciertas cosas que usted ve son necesariamente "sobrenaturales", o la obra de "espíritus", sólo porque no se pueden explicar....


Lamentablemente, Sir Arthur siguió creyendo que Houdini tenía poderes psíquicos y conexiones espirituales que empleó en sus famosos escapes.


Este problema se conoce como argumento de la ignorancia ("debe ser verdad porque no se ha demostrado que es falso") o también como argumento de la incredulidad personal ("porque no puedo imaginar una explicación natural, no puede ser natural"). Tal razonamiento falaz aparece tan a menudo en mis encuentros con los creyentes que llego a la conclusión que éste debe ser producto de un cerebro insatisfecho con la duda. Así como la naturaleza aborrece el vacío, también el cerebro aborrece la falta de una explicación. Por lo tanto, se llena con alguna, sin importar cuán improbable sea. Así las anomalías naturales se convierten en fenómenos paranormales, lo natural se convierte en sobrenatural, los objetos voladores no identificados se convierten en naves espaciales extraterrestres y los acontecimientos aleatorios se convierten en conspiraciones.


El principio de Houdini establece que sólo porque algo es inexplicable, no significa que se trata de fenómenos paranormales, sobrenaturales, extraterrestres o conspiraciones. Antes de decir que algo está fuera de este mundo, primero asegúrese de que no está en este mundo, pues la ciencia se basa en el naturalismo, no en lo sobrenatural, ni en lo paranormal ni en cualquier otra explicación innecesariamente complicada.


Imagen: Ilustración de Pat Kinsella

3 comentarios:

Sr Cincuentón dijo...

¡Que buena historia, tanto por los protagonistas como por la moraleja!: El que QUIERE CREER SEGUIRA HACIENDOLO POR MAS RAZONES Y PRUEBAS
que pongas en su camino

La recámara dijo...

¿Sabes cómo se hizo el truco? Me quedé intrigado.

Pablogger dijo...

Maese Cincuentón, coincido con tu opinión, pero por ello es que hay que mostrarles a los críos que no sólo la fe y el dogma existen en este mundo, que la mejor herramienta para conocer el mundo es la razón.

Recámara:
Yo tampoco sé como hizo Houdini el truco, pero puedo imaginarme un modo. Mientras Conan Doyle está fuera el corcho mojado en tinta es camiado por otro con un magneto en su interior. Al regresar, el mensaje es extraído de su bolsa mediante la técnica del "carterista" y pasado a un ayudante que sigilosamente se coloca detrás de la pizarra. Al colocar el corcho el "ayudante" traza el mensaje desde detrás de la pizarra usando un magneto potente. Cuando termina, aleja el magneto y el corcho cae a la vista de Doyle.

En fin, yo haría eso, pero debería hacerlo con mucho sentido de "prestidigitador".

Saludos

KC

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