Ernesto Sábato
Empezamos el año con una reflexión sobre la existencia de dios y su posible influencia en la naturaleza de este planeta. Específicamente sobre la ocurrencia de desastres. Esto se me ocurrió ya que recientemente se registraron exhalaciones de dos volcanes en mi México: el Popocatépetl y el Volcán de Colima.
También recordé que hace algunos años (20 para ser exactos) el volcán Popocatépetl despertó después de haber estado dormitando por más de 70 años. Me resultaba curioso que ese "despertar" había ocurrido en diciembre. Mi memoria puede fallar, pero recordé que ha sido en el mes diciembre cuando Don Goyo ha estado más activo.
Comenté recientemente este pensamiento con unos amigos y no faltó quien dijera que esa coincidencia era porque dios estaba enviando las erupciones en temporada navideña para indicarnos que deberíamos arrepentirnos de nuestros pecados.
Mi respuesta fue, como era de esperarse, cuestionar la validez de ese argumento. Por ejemplo, si dios provoca las erupciones del Popocatépetl para que nos arepintamos de los pecados cometidos ¿Por qué sólo provoca la del Popo y no la de otros volcanes, o la de todos los volcanes del mundo? ¿Sólo está interesado en recibir el arrepenrimiento de los habitantes de los alrededores de este coloso? ¿Trae algo contra los chilangos, poblanos y morelenses? ¿Ahora también espera que se arrepientan los de Colima?
Me respondió que dios siempre está presente controlando el universo, y que si provocaba esas erupciones y otros desastres era para que los humanos fuésemos mejores, para que reinase la paz, etc., etc. Recordé entonces el argumento de don Ernésto Sábato, que da pie a la entrada y que compadece a dios porque no siempre logra controlar la materia del universo. La argumentación terminó allí, pero no mi curiosidad así que seguí buscando más información al respecto.
Desde la antigüedad ya se culpaba a "las estrellas" de los desastres (de ahí su nombre). Una definición de desastre se puede ver aquí:
Está compuesta por el prefijo dis- des- que denota negación o inversión del significado, como por ejemplo en: disconforme (no estar conforme) o desleal (no ser leal) y también por el sustantivo griego ástron (astro) o latín astrum o estrella. Para los griegos un desastre ocurría cuando la posición de las estrellas no era favorable en determinado momento, por ejemplo en época de cosecha o en un nacimiento (tomada de Literatura y Etimología).
Otra definición etimológica es la que nos da el sitio Etimologías de Chile:
Así pues, en el inconsciente popular, la ocurrencia de desastres ha estado asociada con algo que está más allá de nuestro alcance, al estilo de dioses o caprichosas estrellas de la fortuna. Sin embargo, ahora sabemos que las estrellas poco hacen por desestabilizar la naturaleza de esta tierra. La única estrella que puede hacerlo es la más importante para nosotros, y es nuestro propio Sol, pues nos proporciona calor, luz, estaciones. Estos aportes a su vez generan vientos, huracanes, tornados, etc. Si añadimos que nuestra propia Tierra tiene aún procesos internos activos (léase tectónica de placas), podemos entender, sin recurrir a estrellas desubicadas o dioses demandantes, la razón de los sismos y de los volcanes.
Contraria a lo que dice Sábato, mi opinión es que dios no puede hacer nada por manipular la materia o las fuerzas del universo, ya sea por una u otra de estas opciones:
- Dios existe, pero no se parece en NADA a lo que tanto se habla de él. Ni es todopoderoso, ni es omnisciente, ni está interesado en nosotros. Simplemente no puede torcer la física del universo a su antojo y mucho menos puede alterar los procesos naturales de la Tierra, ni a favor ni en contra de la humanidad.
- Dios no existe. Por lo tanto la naturaleza hace lo que siempre ha hecho, hagamos lo que hagamos, imploremos a quien imploremos.
En ambos casos la naturaleza hace lo que siempre ha hecho, nos guste o no nos guste, nos haga vivir o nos mate. En lo personal me inclino por la segunda opción, y explico la primera: si dios existe es como un ente imaginado por el colectivo humano, y con eso se cumple las condiciones de la primera alternativa. Existe pero sólo en la mente de los creyentes. La siguiente imagen ilustra el contraste de las posturas creyente - no creyente.
Imagen de entrada tomada desde http://www.oem.com.mx/eloccidental/notas/n2833139.htm
1 comentario:
"Dios siempre está presente controlando el universo, y que si provocaba esas erupciones y otros desastres era para que los humanos fuésemos mejores, para que reinase la paz, etc., etc."
Entonces, el terremoto de Nepal fue provocado por el Altísimo por el bien de sus habitantes. ¡Qué suerte tienen los nepaleses al haber sido bendecidos con el amor de Dios! Y la crisis sanitaria, la rapiña, la violencia y los abusos que éste sismo trajo consigo es también por el bien de sus habitantes. Qué brillante es Dios; "voy a bendecir a mis creaciones enviándoles muerte y destrucción".
Y si alguien dice que Dios no provocó el desastre de Nepal (porque dizque "dios no castiga"), entonces ¿quién fue? ¿Acaso el Príncipe de las Tinieblas? Y si no fue Jehová Dios quien lo provocó, ¿por qué no lo evitó? ¿Acaso no pudo evitarlo? Entonces Dios no es omnipotente.
O simplemente Dios, como ya es una costumbre, volvió a demostrar que es un psicópata que le gusta ver sufrir a sus hijos los humanos, y que es solapado por una bola de crédulos igual de psicópatas que él.
"Yo soy El Señor. El que forma la luz y crea las tinieblas. El que causa bienestar y crea calamidades. Yo, el Señor, es el que hace todo esto". - Isaías 45:7.
Ah, pero recuerden que todas las calamidades, como el terremoto de Nepal, lo hace con amor.
Por cierto, los representantes de Dios en la Tierra (el Vaticaño), dándose la gran puta vida mientras niños se han quedado sin nada después del sismo, y muchos agonizando en las calles sin recibir ningún tipo de ayuda.
El Vaticano, una empresa multimillonaria que reza para que los niños del mundo no se mueran de hambre mientras que ellos se atascan de comida todos los días. Nada más hay que verle la prominente panza al parásito Francisco I para darnos cuenta que Dios no es más un invento de la mente primitiva del ser humano.
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