domingo, 8 de noviembre de 2009

La muerte intempestiva para los ateos burlones ¿será cierto?

Para ti soy ateo. Para dios, la oposición.


Woody Allen

Un archivo de Power Point anda circulando como cadena desde hace años por la red, espantando a incautos sobre lo que puede pasar a quienes se burlan de dios o quienes por alguna razón han usado su nombre para cosas vanas. El nombre del archivo es: CONOCIAS_ESTOS_HECHOS

Algunos textos de este mensaje son:

¿CONOCÍAS ESTOS HECHOS? SEGURO QUE NO LOS SABIAS HASTA AHORA

¡La muerte es cierta, pero la Biblia habla sobre la muerte intempestiva!

Haga una reflexión personal sobre esto.....

Muy interesante, lea hasta el final..... Escrito en la Biblia (Galatians 6:7):

No se engañe; 'De Dios nadie se burla, en absoluto, lo que un hombre ha sembrado,  eso debe él recoger...'

Aquí están algunos hombres y mujeres que se burlaron de Dios:
 
Algunos años antes, durante su entrevista con una revista americana, él  dijo:   'La Cristiandad acabará, desaparecerá.  Yo no tengo que discutir sobre eso. Yo  estoy seguro.  Jesús era OK, pero sus asuntos eran demasiado simples.  Hoy nosotros somos más  famosos que Él' (1966). Lennon, después de decir que los Beatles eran más famosos que Jesús, le dispararon seis veces.


Bueno, pues además de que los datos son erróneos (torcidos al menos), pues Lennon murió hasta 1980, en realidad hay MUCHA gente que hace eso, burlarse de dios, y no se muere intempestivamente como lo dice el mensaje. Y lo contrario también pasa, gente buena, religiosa y con fe, que se muere intempestivamente, muchas de ellas a manos de "fieles cristianos".

En el primer grupo hay todo un sector de la sociedad que practica un ateísmo bastante activo. Menciono el ejemplo claro de Alberto Montt, quien con su blog ateo Dosis Diarias, continuamente se burla de dios y de la religión judeo-cristiana en general. Aquí un ejemplo de su obra gráfica:

Como su blog ya lleva varios años en este ciber espacio y tiene cientos de seguidores, deduzco que aun está vivo y coleando, por lo que, o bien dios no sabe de su existencia (y por lo tanto no le ha castigado por su cotidiana irreverencia con una muerte intempestiva), o bien no hay un dios que esté vigilando lo que él (y un ejército de ateos) hace.

Yo mismo soy un ejemplo vivo de que no hay tal castigo. De joven solía amenizar las fiestas y reuniones con chistes sobre dios, como el que ahora reproduzco aquí:

"Estaba Poncio Pilatos festejando su cumpleaños y sus soldados decidieron darle una sorpresa llevándole al sitio donde Jesús estaba crucificado. Ante esto Pilatos preguntó a sus soldados - ¿Qué de extraordinario tiene este Jesús? - A lo que los soldados le dijeron - ¡Acércate y verás!

Se acerca Pilatos y nota que Jesús balbucea palabras que no alcanza a escuchar. Se acerca más pero aún no entiende lo que dice, hasta que pide una escalera y se acerca a escasos centímetros de su cara. Lo que Jesús balbuceaba era - Japi berdei tu yu...."

Este chiste lo conté cientos de veces y aunque ya no me parece tan gracioso como hace años, a la gente le hacía reír. Y ni a mi público ni a mi nos vino esa muerte intempestiva.

Así que, si es sólo para probar que no pasa nada si uno se burla de dios, como para quizás mostrar que no hay tal dios, muchos nos burlamos de ese concepto. Muchos lo seguirán haciendo y seguirán tan contentos y felices como siempre. El miedo que los creadores de esta vulgar cadena quieren hacer sentir a los lectores, no es un acicate para este grupo ateo: Ya lo decía Bertrand Russell en su ensayo titulado "Por qué no soy cristiano"

La religión se basa, principalmente, a mi entender, en el miedo. Es en parte el miedo a lo desconocido, y en parte, como dije, el deseo de pensar que se tiene un hermano mayor que va a defenderlo a uno en todas sus cuitas y disputas. El miedo es la base de todo: el miedo de lo misterioso, el miedo de la derrota, el miedo de la muerte. El miedo es el padre de la crueldad y, por lo tanto, no es de extrañar que la crueldad y la religión vayan de la mano.

Pero analicemos el caso contrario, el de gente buena, religiosa y con una fe grande en dios, sufre los embates de los jerarcas de la religión, como en caso de los llamados Cátaros. Este grupo de cristianos llevaron el concepto de bondad hasta sus últimas consecuencias. Dice el libro de Stephen O'Shea "Los cátaros, la herejía perfecta" (O'shea, Stephen - Los cataros, la herejia perfecta):

Para los cátaros, el mundo no era obra de un Dios bueno, sino la creación de una fuerza de las tinieblas, inherente a todas las cosas. La materia era corrupta, por tanto no tenía nada que ver con la salvación. Había que hacer poco caso —o ninguno— a los complejos sistemas ideados para intimidar a la gente y obligarla a obedecer al hombre que tenía la espada más afilada, la bolsa más llena de dinero o el mayor palo de incienso. La autoridad mundana era un fraude, y si estaba basada en cierto decreto divino, como sostenía la Iglesia, era también una rotunda hipocresía.

El dios que merecía la adoración cátara era un dios de luz, que gobernaba en el mundo invisible, etéreo y espiritual; este dios, sin interés en lo material, no se preocupaba por si alguien hacía el amor antes de estar casado, tenía por amigos a judíos o musulmanes, trataba a hombres y mujeres como iguales, o hacía alguna otra cosa contraria a la doctrina de la Iglesia medieval. Correspondía a cada individuo (hombre o mujer) decidir si estaba dispuesto a renunciar a lo material y llevar una vida de abnegación. Si no era así, seguiría volviendo a este mundo —esto es, se reencarnaría— hasta estar preparado para abrazar una vida lo bastante inmaculada para permitirle el acceso, tras la muerte, al mismo estado dichoso que hubiera experimentado como ángel antes de haber sido tentado hasta perder el cielo al principio de los tiempos. Así, salvarse significaba llegar a ser santo. Condenarse era vivir, una y otra vez, en este mundo corrupto. El infierno estaba aquí, no en cierta vida futura inventada por Roma para que la gente estuviera siempre aterrorizada.

Creer en lo que se conoce como los Dos Principios de la creación (el Mal en el mundo visible, el Bien en el invisible) es ser dualista, partidario de una idea que ha sido compartida por otros credos en los esfuerzos por abordar lo desconocido habidos durante la larga historia de la humanidad. No obstante, el dualismo cristiano de los cátaros postulaba un lugar de confluencia entre el bien y el mal: el corazón de cada ser humano. Allí, nuestro vacilante destello divino, remanente de aquel estado angelical anterior, esperaba pacientemente verse liberado del ciclo de reencarnaciones.

Incluso una descripción rápida de la fe cátara nos da una idea de lo sediciosa que era la herejía. Si sus dogmas eran verdaderos, los sacramentos de la Iglesia devenían forzosamente nulos y sin valor por el simple motivo de que la propia Iglesia era un engaño. ¿Por qué, pues, se preguntaban los cátaros, hacer caso de la Iglesia? Y más en concreto, ¿por qué pagarle impuestos y diezmos? Para los cátaros, los atavíos eclesiásticos de riqueza y poder mundano servían sólo para poner de manifiesto que la Iglesia pertenecía a la esfera de lo material. En el mejor de los casos, el Papa y sus subalternos eran unos ignorantes; en el peor, agentes activos del creador maligno.

En resumen, para los poderes existentes el catarismo era una herejía perfecta y, por tanto, inspiró un odio que casi no conoció límites. Roma no podía permitir que el éxito de los cátaros la humillara públicamente.

Para no aburrir a la concurrencia, el resultado de esta bondad predicada por los cátaros les llevó a ser exterminados totalmente, con una saña y crueldad pocas veces vista. Y créanme, ellos NO se burlaban de dios. Para finalizar esta entrada os dejo con esta frase que pasó a la historia como sello del asunto cátaro:

«Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos.» El único lema del conflicto cátaro que ha pasado a la posteridad se atribuye a Arnaud Amaury, el monje que dirigió la cruzada de los albigenses. Un cronista refirió que Arnaud dio su orden fuera de la ciudad comercial mediterránea de Béziers, el 22 de julio de 1209, cuando sus guerreros cruzados, a punto de tomar la población por asalto tras haber abierto brecha en sus defensas, se dirigieron a él en busca de consejo sobre cómo distinguir al católico creyente del cátaro hereje.

Mi conclusión es que si hay un dios, de seguro no le importa si nos burlamos de su imagen, o su forma, o las características que los humanos le hemos dado; después de todo esas mismas características han hecho posible que en su nombre se cometan atrocidades como la de los cátaros.

3 comentarios:

Armando dijo...

Aquí lo que ocurre es que, para poner un ejemplo, algún día Alberto Montt tendrá que morir y, aunque sea a los 100 años y rodeado de sus seres queridos, algún papanatas dirá "¡¡¡Lo castigo diosito por hereje!!! Bien lo dijiste en el caso de Lennon, con los disparos casi veinte años después de que se "atrevió" a decir que era más famoso que dios).

A mi en la escuela (muy cristiana) no se cansaban de ponerme el ejemplo de John Lennon como muestra del "poder" de dios.

Aquí la pregunta que me hago es muy sencilla: en México no es raro que fieles que acuden a uno de los diversos santuarios religiosos sufra un accidente. Es mucha gente la que recurre a estos sitios y, estadísticamente, siempre pasa que un camión atiborrado de creyentes sufra un accidente y muchos mueran.

¿Que onda con dios? ¿así premia a sus fieles?

Saludos; soy un lector asiduo de tu blog.

Sr Cincuentón dijo...

Generalizando lo que dijo Armando: El "poder de dios" queda en la nada toda vez que hay un cataclismo -terremoto, derrumbe, tsunami etc- ya que muere más gente creyente que atea.

Pero la razón no es suficiente para los fanáticos ...

Pablogger dijo...

Para ambos:

En efecto, lo ridículo del argumento de la muerte intempestiva se cae si "abrimos" nuestra mente para que se contemple la realidad cotidiana y se revise con objetividad.

Lo malo de la religión es que se basa netamente en dogmas y en adoctrinamiento. Incluso la "nueva era" aunque no sea una religión en el sentido tradicional de la palabra, se basa en el adoctrinamiento de sus seguidores. Y así ¿dónde queda lugar para la razón?

Saludos

Recientes ciudadanos de Higadolandia