sábado, 23 de febrero de 2008

¿Se equivocó Darwin con la evolución? Parte 1

Como en muchas de las entradas de este Blog, el origen de este comentario se remonta a la participación de algunas personas que afirman cosas extraordinarias, o de dudosa credibilidad, como que Darwin se equivocó totalmente en su teoría de la evolución. En esta entrada analizaré la postura de alguien que se autodenomina "Seminator" y que al parecer descubrió las fallas de la teoría de la evolución. El comentario original se puede ver aquí. Semainator comienza su exposición diciendo:

El mayor enigma que se encuentra una persona con mentalidad científica y neutral (neutralidad que te da el no vivir de ella), es el origen humano. Si os molestais en leer la versión oficial al respecto, os dareis cuenta enseguida que se aplica al origen de la vida una manga ancha con las teorías impuestas que no se le da a ninguna otra rama de la ciencia. La mejor prueba de que algo falla en la versión oficial de los hechos se responde facilmente con solo una pregunta, si existe un registro fósil de nuestra evolución ¿donde están los fósiles de la evolución de las miles de criaturas que pueblan o han poblado la Tierra? ¿No deberían ellos tambien haberlo dejado? ¿Donde está el antecesor del gato, del pato, caballo, girafa…?
Como es mi esperada costumbre, rebatí este punto. Aquí se plantean varias cosas de manera equivocada. La primera es suponer que existe un registro fósil que sirva de base para sustentar toda la teoría de la evolución (incluyendo la del ser humano)

Hay un registro fósil, en efecto, pero es incompleto por dos razones.
  • La primera es que no todos los cadáveres generan fósiles (debido al proceso de descomposición). La formación de fósiles depende de las condiciones del suelo y del ambiente en el momento de la muerte del ser.
  • La segunda es que la superficie terrestre (incluidos los lechos oceánicos actuales) es demasiado activa para preservarlos al 100%, lo que quiere decir que un fósil puede ser destruido por la erosión, por la tectónica de placas, por erupciones volcánicas o por otros procesos que a lo largo de millones de años modifican el paisaje.
Si a estas causas añadimos que no es posible desenterrar el total de fósiles que puedan existir hasta el día de hoy, la pregunta resulta redundante, y la respuesta, por su sencillez, resulta hasta chocante: La mayor parte de los fósiles por los que pregunta el Sr. Seminator están o destruidos o aun inaccesibles.

Recordemos además que Darwin basó su teoría no tanto en el registro fósil (que en sus tiempos no había sido tan desentrañado como en la actualidad), sino en la observación de especies vivas en diferentes lugares de la tierra.

Pero que Seminator no haya sido capaz de responder esa interrogante inicial con las fuentes que están a la disposición, no quiere decir que esté en lo correcto, simplemente que su argumentación empezó con el pie izquierdo. La mejor prueba de la falla en la Teoría de Darwin, según Seminator, resultó ser una pregunta mal planteada.

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