martes, 27 de enero de 2009

Se eleva la Ciencia y se eleva la Democracia.

No niego los derechos de la democracia; pero no me hago ilusiones respecto al uso que se hará de esos derechos mientras escasee la sabiduría y abunde el orgullo.

Henry F. Amiel

Desde el NY Times
Por DENNIS OVERBYE
Traducción y comentarios inicial y final: KC


Últimamente he estado leyendo a muchos detractores de la ciencia, gente que profiere cualquier comentario negativo basado en los titulares de periódicos de poca monta, o bien trasladando tendenciosamente algunos descubrimientos científicos hacia terrenos teológicos, esotéricos, fantásticos y todo aquello que no es más que buenas intenciones de gente ignorante o bien negras intenciones de gente que se aprovecha de la ignorancia de gente buena.

Después abundaré en estos vericuetos, sin embargo mientras eso pase, hoy les traigo a los asiduos lectores de Ahuramazdah, este ensayo publicado en el NY Times, por el escritor de temas científicos Dennis Overbye. Escrito en primerísima persona, relata sus impresiones frente al discurso inaugural de Barack Obama, cuando asumió la presidencia de los EE. UU. Y aunque incluye algo de política energética, su ensayo es más una reflexión profunda de la ciencia, sus logros y sus puntos débiles. Sin más preámbulo aquí el ensayo:


Muy bien, yo estaba llorando también.

Para ser honesto, la restauración de la ciencia fue lo de menos, pero cuando Barack Obama proclamó durante su discurso inaugural que iba a "restaurar la ciencia al lugar que le corresponde", se podría sentir como se elevaba una oscura nube que había ocultado a la comunidad científica en los EE. UU.

Cuando el nuevo presidente se pronunció por aprovechar la energía del sol, del viento y del suelo, y por "ejercer las maravillas de la tecnología", sentí el resplandor de un amanecer de primavera lavando mis mejillas, y casi podría imaginar que escuché la música de espadas destrozándose por las cuchillas de arados.

Wow. Mi primera reacción fue que preocuparme porque los científicos están ahora en la incómoda posición del héroe que se espera salve al mundo. Como suelen decir, hay que tener cuidado con lo que deseas.

Mi segunda reacción fue preguntarme cuál es realmente el "lugar" de la ciencia en nuestra sociedad.

La respuesta, yo diría, en un pedestal - pero no por las razones que podrías pensar.

Olvídate de la penicilina, ordenadores digitales, e incluso el Big Bang, pasando por todos los caprichos de la ciencia.

El golpe para la ciencia, proveniente de sus críticos culturales y religiosos es que es arrogante y materialista. Nos dice cosas maravillosas sobre la naturaleza y la forma de manipularla, pero no lo que deberíamos hacer con este conocimiento y poder. El Big Bang no nos dice cómo vivir, o si Dios nos ama, o si hay un dios en absoluto. Proporciona un escaso argumento a favor del matrimonio del mismo sexo o la ingestión de carne. No se pronuncia sobre la conveniencia de la garantía de destrucción mutua como una estrategia para disuadir la guerra nuclear.

Einstein parecía hacerse eco de este pensamiento cuando dijo: "Nunca he obtenido ningún valor ético de mi trabajo científico." La ciencia enseña los hechos, no los valores, y la historia continúa.

Peor aún, no sólo no proporciona sus propios valores, dicen sus detractores, sino que también mina los que ya tenemos, devalúa todo lo que no puede medir, reduce las puestas de sol a longitudes de onda y el romance a hormonas danzarinas. Destruye mitos y roba al universo su magia y misterio.

Así continúa la historia.

Pero estas son palabras sin sentido. La ciencia no es un monumento a la Verdad recibida sino algo que la gente hace para buscar la verdad.

Ese esfuerzo, que ha transformado el mundo en los últimos siglos, de hecho, enseña valores. Estos valores, entre otros, son la honestidad, la duda, el respeto a las evidencias, la apertura, la rendición de cuentas y la tolerancia y, de hecho, el hambre por puntos de vista opuestos. Estos son los principios de trabajo descaradamente pragmáticos que guían la nube de actividad llena de zumbidos, ensayos, búsquedas, sondeos, argumentos, chismes, instrumentos, bromas, sueños y tendencias - el escritor y biólogo Lewis Thomas, una vez lo comparó con un hormiguero - que lentamente penetra a fondo todos los rincones del mundo.

Nadie apareció de entre una nube de humo y mostró a los científicos estas virtudes. Este comportamiento simplemente evolucionó porque funciona.

No requiere un compromiso metafísico con dios o de cualquier concepción del origen o naturaleza de los humanos para participar en este juego, sólo la hipótesis de que la naturaleza puede ser interrogada y que la naturaleza es el árbitro final. Judíos, católicos, musulmanes, ateos, budistas e hindúes han estado trabajando codo a codo en la construcción del Gran Colisionador de Hadrones y de sus detectores en estos últimos años.

Y de hecho no hay ningún líder, ningún plan maestro, en esta colmena. Es de muchas formas una anarquía utópica, una comunidad virtual que vive tanto en la Internet y en cafeterías de aeropuerto como en cualquier lugar o tiempo. O, al menos, es tan utópica como cualquier comunidad (que depende en gran medida de los gobiernos y las sociedades de financiación) puede ser.

Podría decirse que la ciencia es la actividad humana de mayor éxito de todos los tiempos. Esto no quiere decir que dentro de ella la vida siempre es una utopía, como varios de mis colegas han señalado en los artículos sobre la industria farmacéutica, que otorga pagos a los investigadores médicos.

Pero nadie nunca fue enviado a prisión por adoptar el valor incorrecto de la constante de Hubble. Siempre hay espacio para más datos para argumentar más.

Así que si vas a obtener algo un tanto extraño sobre algo, eso no es tan malo.

No es coincidencia que estas sean las mismas cualidades que hacen la democracia y que surgieron como un comportamiento colectivo más o menos al mismo tiempo en que las democracias parlamentarias iban apareciendo. Si hay algo que exige la democracia y prospera en ella, es la voluntad de aceptar el debate, el respeto mutuo y la libertad de rechazar la sabiduría recibida. La ciencia y la democracia siempre han sido gemelos.

Hoy en día esa dinámica es más clara y quizás probada en forma decisiva en China. Como he reflexionado las palabras del Sr. Obama, pensé en Xu Liangying, un anciano físico chino y compañero académico de Einstein, que conocí hace un par de años, que ha pasado la mayor parte de su vida bajo arresto domiciliario por defender la máxima de Einstein de que no hay ciencia sin libertad de expresión.

Lo contrario también puede ser cierto. La costumbre de cuestionar que se aprende en física es de gran valor en el resto de la sociedad. Como dijo en 1985 Fang Lizhi, el compañero disidente del Dr. Xu cuyos escritos ayudaron a despertar las protestas de la plaza de Tiananmen en 1989, y que ahora enseña en la Universidad de Arizona, "la Física es más que una base para la tecnología, es una piedra angular del pensamiento moderno".

Si no estamos practicando la buena ciencia, probablemente no estemos practicando la buena democracia. Y viceversa.

La ciencia y la democracia han sido los lemas de las aspiraciones políticos de China durante más de un siglo. Cuando el Partido Comunista tomó el poder, intentó consignar, como mínimo, la parte científica de la ecuación. Aquí está, por ejemplo, lo que Hu Yaobang, secretario general del partido, dijo en 1980. "La ciencia es simplemente lo que es porque se pueden romper fetiches y supersticiones y es excelsa en exploraciones y porque se opone a seguir el camino trillado y se atreve a destruir convenciones anticuadas y malas costumbres".

Valientes palabras que todavía no se han autorizado a volverse una realidad en China. El Sr. Hu fue eliminado en una purga política, y de hecho fue por ir a llorar su muerte que los estudiantes comenzaron a reunirse en la Plaza de Tiananmen en 1989.

El Dr. Fang se metió en problemas, ya que inicialmente favoreció el Big Bang, pero eso estaba en contra de la ortodoxia marxista - que el universo se expande infinitamente. El marxismo, como puede recordarse, fue promovido como una teoría científica, pero algunos temas se salieron de límites.

Pero una vez que no se puede hablar de un tema, el origen del universo, por ejemplo, más pronto o más tarde otros temas van a estar fuera de límites, como el calentamiento global, el control de la natalidad y el aborto, o la evolución, el tema de otro debate en Texas la semana pasada.

No hay democracia en China, y algunos dirían que a pesar de los grandes recursos y el potencial de esa nación, no habrá ciencia vigorosa allí hasta que los dirigentes chinos se tomen en serio lo que Mao proclamó en 1955 y luego retiró con cinismo: Dejemos que un centenar de flores florezcan, dejemos que un centenar de escuelas de pensamiento contiendan.

En el ínterin espero el cultivo, promovido por el Sr. Obama, de nuestro salvaje y hermoso jardín.


En este ensayo, Dennis Overbye explora en forma espectacular las similitudes entre ciencia y democracia. Y aunque el texto hace una especie de crítica severa al régimen chino, no deja de ser una valiosa descripción de la belleza y valor de la ciencia, como la actividad humana más exitosa.

Le pese a quien le pese.

Por esto mismo, por el pesar que pudiese causar, me gustaría resaltar tres frases sobre la ciencia que me han cautivado:

  1. Estos valores,... (de la ciencia) son la honestidad, la duda, el respeto a las evidencias, la apertura, la rendición de cuentas y la tolerancia y, de hecho, el hambre por puntos de vista opuestos.
  2. ...la ciencia es la actividad humana de mayor éxito de todos los tiempos.
  3. La costumbre de cuestionar que se aprende en física es de gran valor en el resto de la sociedad.

Imagen: Harry Campbell, NY Times

Recientes ciudadanos de Higadolandia