martes, 30 de junio de 2009

Representado o no representado. He ahí el dilema del voto nulo

Lo mismo es nuestra vida que una comedia; no se atiende a si es larga, sino a si la han representado bien. Concluye donde quieras, con tal de que pongas buen final.

Lucio Anneo Séneca


No se si he escrito lo suficiente al respecto, pero aquí en este Blog de promoción al escepticismo y al pensamiento crítico quiero hacer algunas reflexiones y críticas a la sociedad mexicana. Esto del voto nulo ha traído un argumento que parece interesante, y dice así: "Si no te sientes representado, anula tu voto como protesta". Y yo pregunto ¿Cómo puede uno sentirse representado?

El sentir es de los sentimientos, de las emociones, y uno fácilmente se "siente" de tal o cual forma sin necesidad de que en realidad así lo requieran las circunstancias, y este es un buen ejemplo para mostrar las inconsistencias de ese "sentirse representado".

Ya lo preguntaba Denise Dresser en su video sobre este tema: ¿Estamos enterados de quiénes son nuestros representantes, cómo votaron durante su gestión (en la cámara, por supuesto), cuántas veces viajaron al extranjero, qué iniciativas legislativas presentaron o cómo han gastado el dinero público que se les asignó?. Dice Denise: "Es probable que usted no sepa todo eso".

Claro, ella sostiene que el sistema político electoral es el culpable de nuestro desconocimiento. Yo no coincido con esa conclusión. Después de haber vivido lo suficiente como para haber votado 7 veces para elecciones de presidente y quizás otras tantas para diputados y senadores, puedo decir que la culpa, si la hay, reside más en nuestra sociedad que en el sistema que nos marca las reglas para elegir representantes al gobierno y las cámaras.

Y aquí viene lo interesante. ¿Cuántas veces, como ciudadanos, hemos originado una propuesta de ley o de reglamento para que sea votada en las cámaras? Si yo hubiese participado con otros (digamos) mil ciudadanos de mi comunidad para proponer una ley, y nuestro diputado y senador correspondientes NO la hubiesen llevado a discusión, hasta ENTONCES me sentiría defraudado en esto de la representación.

La verdad es que ese trabajo de propuesta se lo hemos dejado a esos nuestros representantes, que en el mejor de los casos tratarán de recoger el sentir popular (como la propuesta de la pena de muerte para asesinos, secuestradores y funcionarios coludidos con ellos). Y digo "dejado" porque ni siquiera nos preguntamos si podemos hacer propuestas.

Y yo digo ¡Claro que podemos y DEBEMOS!

El problema reside en que en política la sociedad mexicana no es ni participativa, ni proactiva. Tampoco nos gusta dedicar tiempo a enterarnos de los problemas nacionales, ni a discutirlos entre nuestros conciudadanos, y menos aún ir con propuestas concretas para nuestros representantes. Somos indolentes y flojos en materia política y para colmo somos muy "sentidos", e involucramos nuestros sentimientos cuando deberíamos involucrar más nuestro actuar, nuestra movilidad. Pensamos que el hecho de votar obrará magia para que las cosas cambien, en vez de pensar que eso se logra con nuestro actuar.

Y ahora algunas voces pretenden que el anular el voto también obrará una especie de magia para que las cosas cambien. Yo pienso que anular el voto es equivalente a clavarle alfileres a la figura de trapo de un diputado, intentando que se ejerza una especie de magia negra en su contra. Esto es irracional, queridos lectores, totalmente irracional.

Las cosas NO cambiarán mientras no cambiemos como sociedad.

Porque de eso se trata esta idea de la representación. De que la sociedad vaya a proponerles a los representantes las ideas, proyectos, leyes, mejoras que como ciudadanos nos parecen mejor. Mientras no lo hagamos, los compañeros diputados y senadores harán lo que puedan (o lo que quieran), y en última instancia se reunirán con gremios, con asociaciones civiles, con federaciones y otras organizaciones similares para recibir su opinión. Pero esta última opción sucede cuando el representante en cuestión proviene de las filas de esas asociaciones.

Con este panorama ¿es válido sentir que no somos representados? Yo NO pienso que sea válido. Más bien pienso que es muy cómodo.

Nuestra inactividad política es la causa raíz, desde mi punto de vista, de ese "sentimiento de irrepresentatividad" (disculpen ustedes este neologismo, se me acaba de ocurrir). Porque mientras no vaya a enchincharlo ¿cómo va a enterarse mi diputado de que YO pienso que la educación del estado debe contener programas de capacitación para los maestros sobre pensamiento crítico y escepticismo?

Somos más de 70 millones de electores, que tendremos cuando mucho 300 diputados elegidos por nuestro voto y otros 200 que nadan con las proporciones partidarias. ¿Cuántos de esos 70 millones (menos 500) llevamos propuestas a nuestros representantes?

Pero claro, si a algunos vivos se les ocurre iniciar una campaña de desmoralización sobre la base de la idea de que nuestros representantes NO nos representan efectivamente ¿a quien piensan que creerá la sociedad? ¿Al criticón Keith que nos hace ver nuestros defectos como ciudadanos o a estos vivales que nos dicen que la culpa es de los políticos (o del sistema)?

He ahí el dilema.

Saludos efectivos sin reelección.

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